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cios de un hospital, especialmente de los que funcionan

asociados con el servicio de urgencia, como laboratorio e

imagenología, o las salas de hospitalización. Esto es porque

cuando un paciente debe ser hospitalizado en el servicio

de urgencias a la espera de una cama tendrá un impacto

en el LOS promedio dependiendo del volumen de aten-

ciones y a los días que ese paciente en particular pase en

la urgencia. En otras palabras, para comenzar a mejorar la

calidad de atención de un servicio de urgencia se necesita

un primer cambio cultural a nivel de todo el hospital, para

que se acepte al servicio de urgencia como parte integral

del sistema y que los problemas de la calidad de la atención

se deben en parte a situaciones que se deben solucionar

en los pisos superiores. Tales como, las altas precoces y

temprano en la mañana o el procesamiento con prioridad

y con estándares de tiempo menores, para las solicitudes

de laboratorio e imagenología despachadas en la urgencia.

No obstante, existen muchas medidas para adoptar que

son dependientes en mayor grado del trabajo aislado en el

servicio de urgencia, del paso por la urgencia, cuya efecti-

vidad no debe ser despreciada, sino que todo lo contrario,

deben ser el foco de la atención de los administradores y

que tienen indicadores que reflejen su eficiencia.

El porcentaje de pacientes que se ingresan y se retiran sin

ser vistos por un médico, en su sigla en inglés

LWBS (

left

without been seen

)

, informa sobre la fracción de pacientes

que se presentó a la urgencia, hizo un proceso administra-

tivo o de

triage

o incluso ingresó a un box, pero se retiró

antes de la evaluación médica. LWBS es una medida de la

eficiencia de los procesos de entrada y paso por el servicio

de urgencias. En menor medida, es un reflejo de la influencia

de lo que sucede en el resto del hospital es menor que para

LOS, pero que tiene una directa relación con la seguridad

de la población asignada al hospital, dado que si el porcen-

taje de LWBS es alto y aún peor, abarca categorías priorita-

rias de atención de

triage

, es decir 2 o 3, es probable que

dentro de ese público que se retiró hubiese enfermedades

que requerían atención de urgencia por riesgo vital o posi-

bilidad de secuela funcional permanente. Finalmente resul-

tarán en más carga para el sistema, con una consulta tardía,

en evolución natural, muchas veces usando recursos que se

pudieron ahorrar con una atención oportuna. Los estándares

internacionales consideran aceptable un máximo de 2% de

LWBS, con un óptimo no mayor a 0.5%. Cualquier cifra supe-

rior a 7%, debe interpretarse de la misma manera que un

hemoglucotest “

high

”, es decir fuera del rango de precisión

de la medición, superior a 500, pero no sabemos cuánto

y para este caso, inestimable, dado que la posibilidad de

que mucho público se retirara solo al ver una sala de espera

atochada, sin siquiera entrar o inscribirse, es significativa.

LWBS es un indicador relacionado con la manera en que

se recibe a los pacientes, en cómo les transmitimos sensa-

ciones de seguridad e interés por su situación y existen

múltiples estrategias para administrar de manera empática

y eficiente sus tiempos de espera, que serán descritas en

otro artículo de este volumen.

El tiempo hasta la evaluación por un médico, en su sigla en

inglés

TTD (

time to doctor

)

, mide el tiempo desde que un

paciente cruzó la entrada del servicio hacia un box, hasta que

inicia su evaluación por un médico. Constituye el indicador

más valorado por el público, considerándose óptimo cuando

no supera los 20 minutos y notándose una marcada caída en

la satisfacción usuaria cuando es mayor a 40 minutos. Es un

indicador puro de la eficiencia del paso por la urgencia, por

lo tanto, responsabilidad únicamente de su administración.

Es evidente que su valor radica en los momentos de atocha-

miento y espera, en que la categorización en el

triage

prioriza

las atenciones, porque es en ese momento en que la división

de procesos, con asignación diferencial de recursos o el balance

de las cargas de trabajo, entre otras estrategias, ofrecen una

oportunidad. Por otra parte, mide también el estado de alerta

y sensibilización de un servicio de urgencias, porque al tratarse

de una medida frágil y difícil de controlar, es imprescindible

que los valores de TTD sean tendientes a cero cuando hay

médicos y box disponibles para que los valores promedio estén

dentro de las metas, en otras palabras, si se permite que exista

TTD elevada cuando hay disponibilidad, es muy poco probable

que logremos que esta sea baja cuando hay espera.

Un último indicador que es necesario considerar es el

Número de Casos Centinela por unidad de tiempo

. Un

Caso Centinela es una lesión no intencional, producida o

favorecida por el tratamiento o la falta de éste, en que no

se cumplió con los estándares de cuidado. Este indicador

es una muestra tangible, individualizada y personalizada de

la mala calidad de la atención que un servicio de urgencia

entregó. A diferencia de los indicadores anteriores, no cons-

tituye una fracción o un promedio, sino que tiene nombres

y apellidos de responsables y afectados, con su posible

repercusión en la administración general del hospital, judi-

cial o en la prensa. No existe un valor aceptable, la meta

siempre es cero. Es claro que un mal control de los indica-

dores antes descritos resultará tarde o temprano, en un alza

de casos centinelas. Por otra parte, si un buen control de

indicadores no se traduce en una baja significativa de casos

centinelas, es posible que las mediciones no sean fidedignas

o la competencia profesional de los operadores no sea sufi-

ciente. Los casos centinela deben ser pesquisados y estu-

diados de manera individual para que su análisis permita la

creación de protocolos que los eviten, es decir que el peor

indicador posible para un servicio de urgencias es la repeti-

ción de un caso centinela (Figura 1).

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(2) 206-212]