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La otra variante del tratamiento médico es el caso espe-

cífico de los Prolactinomas. En este caso, la efectividad

del tratamiento es superior al 90%, especialmente en los

microadenomas. Por otro lado, en el caso de macroade-

nomas además de ser altamente efectivo el tratamiento,

la recuperación de la visión es rápida, incluso en casos

severos (14,22). Por estos motivos, frente al diagnóstico de

Prolactinoma, el tratamiento de primera línea es el médico

y en el caso de progresión del déficit visual o resistencia a

la terapia, se plantea el tratamiento quirúrgico.

Tratamiento quirúrgico

El tratamiento quirúrgico sigue siendo el tratamiento de

elección en el caso de los tumores no secretores con compro-

miso visual y en el caso de los tumores funcionantes en que el

objetivo es la remisión bioquímica (23).

En la gran mayoría de los tumores, el tratamiento de elección

es la resección vía trans-esfenoidal. Esta permite el acceso más

expedito y menos invasivo a la silla turca, que normalmente es

donde nace el tumor. El concepto data de principios del siglo

XX, pero en su forma actual fue introducida por el Dr. Jules

Hardy a principio de los años 60 con la ayuda del microscopio

quirúrgico y radioscopía (24), y una variación de esta en que

se cambia el microscopio por el uso del endoscopio a principio

de los años 90 (25,26), siguiendo ambas técnicas, el mismo

concepto. En manos experimentadas, los resultados son muy

similares, en términos de grado de resección, remisión quirúr-

gica en el caso de tumores secretores e incidencia de compli-

caciones y molestias nasales (27). La técnica endoscópica,

tendría ventajas en los tumores grandes o con extensión lateral

(Nivel 3) (28). La mayoría de los pacientes después de la cirugía

tienen reducción del volumen tumoral y la tasa de tumor resi-

dual es entre un 10 y 36%. La función visual mejora entre un

75 y 91% de los pacientes y el hipopituitarismo entre un 35 y

50% de los pacientes. Las tasas de complicaciones asociadas a

la resección transesfenoidal en las diversas series es cercana

al 7.1% siendo las complicaciones más frecuentes la fístula de

LCR (4.7%), meningitis (2%), y el deterioro de la función visual

(2%) (23). En el caso de presencia de remanente significativo,

se puede realizar una re-intervención por la misma vía para

resecar el tumor residual (29).

Hay una serie de tecnologías que apoyan la cirugía

trans-esfenoidal como la neuro-navegación o el uso de la

RM intraoperatoria. Sin embargo, en ambos casos, no hay

evidencia suficiente que recomiende su uso en forma siste-

mática (28).

Al analizar los resultados de remisión de pacientes con acro-

megalia secundaria a tumores hipofisiarios, se ha visto que el

volumen de operaciones del cirujano es uno de los factores

más importantes, produciéndose un quiebre cuando el

número anual de cirugías supera las 50 (30).

La cirugía transcraneal se utiliza primariamente cuando

existe una configuración desfavorable de la silla turca, tales

como, silla turca pequeña con gran masa supraselar, arterias

carótidas muy próximas entre sí en el plano coronal o tumor

en reloj de arena (7). También se utiliza en forma comple-

mentaria en el caso de pacientes con remanente luego de

una resección trans-esfenoidal en que no se logra descenso

del tumor, ya sea porque el tumor es de consistencia firme,

tumores invasores o con importante extensión supraselar,

Frontal o Temporal (28).

ESTUDIO HISTOPATOLÓGICO

Uno de los objetivos de la cirugía es obtener la confirma-

ción diagnóstica del tumor, lo que siempre es importante.

En el caso de los adenomas hipofisiarios, a diferencia de

otros tumores, no hay marcadores categóricos de mal

pronóstico o agresividad. Existe evidencia nivel 3 que reco-

mienda prestar atención al grupo de tumores no funcio-

nante secretores de ACTH (ACTH silentes) ya que este grupo

tiende a comportarse de forma más agresiva, al igual que

los pacientes con índice de proliferación de Ki67 alto (

>

3%).

La recomendación de la guía con nivel 3 de recomendación,

es considerar estos dos marcadores en la toma de decisión

para el uso de terapias adyuvantes o control estrecho con

imágenes (29).

TRATAMIENTOS ADYUVANTES

El uso de la radioterapia convencional o la radiocirugía como

tratamiento primario tiene un sustento limitado basado en

las publicaciones de la literatura (23). Sin embargo, son de

extremada utilidad si luego de una o más cirugías queda

remanente tumoral. Existe evidencia de Nivel 2 que apoya

el uso de radioterapia o radiocirugía para manejo del rema-

nente tumoral (29,31). En estos casos, se recomienda el uso

de dosis

12 Gy en el caso de la radiocirugía o dosis frac-

cionadas de 45-54 Gy para lograr control local del tumor

sobre un 90% a 5 años (29). Esto es especialmente útil en

que pacientes en que el riesgo de una re-intervención se

considere elevado debido a la edad o condiciones médicas

asociadas (Nivel 3) (29).

En el caso de que no quede remanente tumoral después de la

resección o el remanente sea pequeño, se recomienda segui-

miento con imágenes (Nivel 2) (29).

[MANEJO DE LOS TUMORES DE HIPÓFISIS - Dr. David Rojas]