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J. Bustamante-Munguira, M.

Juez

/ Cir Cardiov. 2016;

23(1)

:38–44

41

Figura 6.

Imagen de ecocardiograma

transesofágico en

la que

se observa el flap de

la disección aórtica en el

seno no

coronario así

como

los velos de

la válvula aórtica.

El derrame pericárdico y taponamiento cardiaco son consecuen-

cia del sangrado o

la rotura de

la pared al saco pericárdico. También

en

los

pacientes

con

sangrado

se

puede

observar

la

presencia

de

hemotórax.

Todas

estas

manifestaciones

pueden

condicionar

el

desarrollo

de

insuficiencia

cardiaca

y

shock

hasta

en

un

5%

de

los

pacientes.

C) Déficits de perfusión

e

isquemia de órganos. Dentro de

ellos

se

engloban

un

gran

número

de manifestaciones

cuya

interpre-

tación

es

de

fácil

razonamiento.

Bien

sea

como

consecuencia

de

una

obstrucción

dinámica

por

el

flap

intimal

o

bien

por

oclusión

estática debida a

la propia disección o el hematoma. En

cualquiera

de

los

casos

se

va

a

generar

una

disminución

en

el

flujo

sanguí-

neo

de

distintos

órganos

y

tejidos.

Como

consecuencia,

ello

dará

lugar

a

disfunción

de

los mismos. Dentro

de

las

pruebas

diagnós-

ticas

hay

que

tener

en

consideración

que muchas

no

se

alterarán

hasta

pasadas

unas

horas,

como

por

ejemplo

los marcadores

bio-

químicos

en

el

caso

de

la

isquemia mesentérica

o

renal. De

todas

estas manifestaciones posibles

las más

comunes

son entre otras:

Gastrointestinales. La

isquemia mesentérica es

la más

frecuente

de

las

complicaciones gastrointestinales y

la

causa de muerte más

frecuente

en

la

disección

aórtica

tipo

B.

La

clínica

que

produce

es

poco

específica

y

se

caracteriza

por

un

dolor

abdominal

intenso,

sin

hallazgos

en

las

pruebas

diagnósticas.

Los marcadores

bioquí-

micos de

isquemia,

como

se˜nalábamos,

se

elevan

tardíamente por

lo que es

importante

la

sospecha diagnóstica para poder descartar

este

cuadro

clínico. Otras manifestaciones digestivas,

como puede

ser

la

hemorragia,

son

excepcionales

y

se

acompa˜nan

de

una

ele-

vada morbimortalidad;

son causadas por

fístulas aortoesofágicas o

aortoentéricas a nivel del

intestino delgado proximal.

Isquemia

periférica.

Déficits

isquémicos

agudos

en

extre-

midades,

fundamentalmente

en

los

miembros

inferiores.

Esta

complicación

es

típica

de

la

DA.

Se

acompa˜na

de

disminución

o

ausencia de pulsos periféricos, dolor

y déficits neurológicos.

En

el

caso de

los pacientes con SAA

tipo A este

se ha cifrado en 19-30% y

en el

tipo B en 9-21

% 15–17 .

En el caso de

los SAA con afectación de

troncos braquiocefálicos

son típicas

las diferencias de presión entre extremidades superiores

y,

en

el

caso

de

sospecha

de

SAA,

es

obligado

su

registro.

Así,

en

estos casos es

frecuente observar diferencias de presión mayores a

20mmHg

( fig. 6 ).

Diagnóstico

Pruebas diagnósticas

Ecocardiograma

transesofágico.

Son

numerosos

los

grupos

de

trabajo

que

consideran

la

ecografía

como

la

primera

de

las

pruebas

diagnósticas

a

realizar

por

su

disponibilidad,

baja

agresi-

vidad

y

coste.

La

ecocardiografía

transesofágica

(ETE)

nos

aporta

una

gran

cantidad

de

información

como

es

la

localización

del

desgarro

intimal

y,

por

lo

tanto,

su

clasificación:

la

presencia

de

hematoma

asociado,

la

coexistencia

de

alteraciones

valvulares

aórticas,

la presencia de derrame pericárdico

sugestivo de

compli-

cación

por

sangrado

y

la

afectación

de

troncos

supraórticos

entre

otros

( figs. 4–6 ).

Es

una

prueba

especialmente

útil

en

pacientes

inestable

s 18 . O

bviamente,

esta

exploración debe

ser

realizada por

ecocardiografistas expertos, por

la complejidad de

la exploración y

sus

implicaciones en el manejo

terapéutico.

El doppler

color ofrece una elevada

sensibilidad y especificidad

para

la

detección

de

IAo.

La

IAo

llega

a

estar

presente

en

el

52%

de

los

pacientes

con

disección

tipo

I

y

en

el

64%

de

los

pacientes

con disección

tipo

I

I 19 .

El mecanismo que

genera

la

IAo puede

ser

funcional, no

solo por

la dilatación

anular

asociada en

los

casos de

enfermedad aneurismática de

la aorta ascendente sino por prolapso

de

la

íntima de

la aorta hacia

la

cavidad ventricular.

La

sensibilidad

y

especificidad

así

como

la

capacidad

predic-

tiva

diagnóstica

de

la

ETE

han

sido

ampliamente

analizadas

en

el

contexto

de

la

DA

torácica.

En

las

principales

series

publicadas,

la

sensibilidad

de

la

ETE

se

estima

en

el

97

a

99% mientras

que

la

especificidad

es mucho más

baja,

con

cifras

de

77-85%.

Esto

se

debe

fundamentalmente a

falsos positivos en

los hallazgos en aorta

ascendente. Si

se analizan estos hallazgos en modo M

la especifici-

dad

se acerca al 100

% 18,20 .

Tomografía

axial

computarizada

(TAC).

La

TAC

es

la

técnica

de

imagen

diagnóstica más

frecuentemente

empleada

en

nuestro

medio

en

los pacientes

en

los que

se

sospecha DA

según

los datos

del registro RESA

( figs. 1–3 ).

Gracias a

la TAC multicorte y a

la capa-

cidad

de

reconstrucción

de

las

imágenes,

la

sensibilidad

de

esta

prueba

diagnóstica

se

aproxima

al

90%

con

una

especificidad

del

85

% 21,22 .

La

principal

limitación

que

presenta

es

que

no

puede

aportar

información

dinámica

como

es

la

función

sistólica

del

ventrículo

izquierdo

o

el

comportamiento

de

la

válvula

aórtica.

En

aquellos

pacientes

en

los que

se

realiza

la

TAC

es

conveniente

obtener pri-

mero

las

imágenes

sin

contraste

con

la

finalidad

de

detectar

la

presencia

de

sangrado

activo

y

realizar

el

diagnóstico

diferencial

con

el HI.

Posteriormente

se

aconseja

realizar

la

exploración

con

contraste. De esta

forma vamos a valorar mejor

la morfología de

la

luz

verdadera

y

la

localización del paso de

sangre

a

la

luz

falsa

en

el

caso de que el hematoma

coexistente no esté

trombosado.

Resonancia magnética nuclear

(RMN).

La RMN presenta

la ven-

taja,

al

igual

que

la

ecografía,

de

ser

una

técnica

no

invasiva.

Este

aspecto

la

hace

sumamente

útil

en

el

seguimiento

de

pacientes,

bien

sea

con

dilatación

de

aorta

ascendente

bien

en

los

casos

de

disecciones

crónicas,

con

objeto

de

disminuir

la

radiación

que

recibe

el

paciente

a

lo

largo

del

seguimient

o 23 . E

n

el

contexto

del

SAA

aporta

prácticamente

la misma

información

que

la

TAC

pero

además

es

capaz

de

valorar

aspectos

dinámicos

como

volúmenes

ventriculares,

presencia

de

alteraciones

funcionales

valvulares

y

comportamiento

dinámico

de

la

pared

aórtica.

Su

sensibilidad

y

especificidad

se

aproximan

al

100%.

La

principal

desventaja

que

presenta

esta

técnica

es

que,

con

independencia de

que

es menos

disponible que

la TAC,

requiere unas condiciones de estabilidad en

el enfermo para poder

ser

llevada a

cabo.

La TAC,

la RMN y

la ETE

tienen una

capacidad diagnóstica pare-

cida

con

algunas peculiaridades

en

la definición de

la

lesión

entre

unas

y

otra

s 21 .

La

elección

de

la

técnica

de

imagen

inicial más

adecuada para

el diagnóstico ha

sido

ampliamente debatid

a 3–5 . E

l

consenso

tiende a

indicar

como

idónea para el diagnóstico aquella

prueba

en

la

que

en

el

centro

exista mayor

experiencia

y

dispo-

nibilidad. Algunos

grupos

consideran que

la

ETE

es

la

técnica más

indicad

a 15,24-26 . A

sí por ejemplo, de

forma comparativa, en el regis-

tro

espa˜nol

la

TAC

fue

utilizada

como

primera

prueba

de

imagen