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46

A. Vázquez

/ Cir Cardiov. 2016;

23(1)

:45–49

protésico

o

biológico

(extendido

distalmente

a

hemiarco

si

se

precisa)

con

preservación

de

la

válvula

aórtica

son

reproducibles

y

útiles

para

tratar

a

una

gran

mayoría

de

pacientes,

con

una

mortalidad

aceptabl

e 9 .

De

hecho,

tras

una

intervención

exitosa

de

este

tipo,

la

tasa

de

reintervención

por

progresión

de

la

enfer-

medad

a

los

10

a˜nos

(en

los

casos

no

complicados)

se

sitúa

en

torno

al

5% de

acuerdo

con

las

series de Clevelan

d 10 y

Yal

e 11 , c

on

un

crecimiento

promedio

del

diámetro

aórtico

de

0,26 cm/a˜no,

es

decir,

comportándose

de

una manera

relativamente

benigna

tras

la

primera

intervención.

En

consecuencia,

procedimientos

quirúrgicos más

extensos

deben

ser

cuidadosamente

planificados

e

individualizados,

teniendo

en

cuenta

el

riesgo

quirúrgico

adi-

cional

y

el

hipotético

beneficio

para

el

paciente

en

cada

caso.

Sin

embargo,

la

persistencia

de

una

falsa

luz

residual

en

el

cayado

y

la

aorta

torácica

descendente

está

presente

en

el

60-90%

de

los

pacientes

intervenidos,

lo que ha generado controversias acerca de

la

idoneidad de

tratar

estos

segmentos de

aorta durante

el mismo

acto,

a

posteriori

o

exclusivamente

bajo

tratamiento

médico.

Estudios

recientes

han

identificado

variables

que

predisponen

a

un mal

resultado

a

largo

plazo

y

la

necesidad

de

reintervención

posterior

(pudiendo

llegar hasta el 50% a 10 a˜nos),

tales

com

o 12 :

1)

Tama˜no de

la aorta

torácica descendente

superior a 35mm.

2)

Persistencia de permeabilidad en

la

falsa

luz.

3)

Diámetro de

la

falsa

luz

superior a 22mm.

4)

Desgarro principal

superior a 10mm.

Primer objetivo:

reinstaurar el flujo a

través de

la

luz

verdadera

La

ruta

de

acceso

para

proporcionar

flujo

arterial

de

entrada

a

través

de

la

luz

verdadera

(subclavia,

femoral,

etc.)

continúa

siendo motivo de debate

en

la

actualida

d 13,14 . C

on

independencia

del

acceso

elegido,

es

imprescindible

asegurar

la

canulación

de

la

luz verdadera, ya que

lo contrario podría derivar en una presuriza-

ción excesiva de

la

falsa

luz, agravando

la situación demalperfusión

e

incrementando el riesgo de progresión de

la disección o

incluso de

rotura

de

la

aorta.

La monitorización

hemodinámica,

la

presencia

de

diuresis

adecuada,

así

como

la

evolución

de

la

oximetría

cere-

bral

y

los

parámetros

bioquímicos

intraoperatorios

(lactato,

etc.),

junto

con una

técnica quirúrgica precisa,

son medidas

intraopera-

torias que contribuyen a asegurar una perfusión adecuada de

la

luz

verdadera durante

todo el procedimiento.

Entre

las diferentes opciones de canulación, en

los últimos a˜nos

está

ganando

en popularidad

la

vía

subclavia

o

axilar derecha por

constituir una perfusión anterógrada más fisiológica y presentar un

menor

número

de

inconvenientes

derivados

de

la malperfusión,

sobre

todo

en

disecciones

tipo

A

que

se

extienden

a

lo

largo

de

toda

la

aorta

(tipo

i

de DeBakey)

ante

la

posibilidad

de múltiples

entradas

entre

ambas

luces

a

lo

largo

de

la mism

a 15 . D

iferentes

estudios han puesto énfasis en

las ventajas del abordaje axilar

res-

pecto

al

femoral,

con una

reducción de

la mortalidad promediada

desde

el 23%

en

las

series

con

canulación

femoral hasta

el 6,5%

en

el caso de

la subclavi

a 16 . L

a perfusión por vía subclavia puede reali-

zarse mediante canulación arterial directa

(habitualmente 16-18 F)

o mediante

la

interposición de un

injerto protésico de Dacron,

tras

disecar y

controlar proximal y distalmente

la

arteria bajo

el borde

clavicular o en el

surco deltopectoral.

En el caso de

la canulación directa,

las

técnicas

tipo Seldinger no

son

recomendables debido a

la posibilidad de

incidir

sobre

la

falsa

luz.

La

canulación

suele

realizarse

con

una

arteriotomía

transver-

sal

convencional

diferenciando

las

diferentes

capas

de

la

arteria

para

asegurar

una

canulación

correcta.

La

cánula

debe

introdu-

cirse unos 4-5 cm

sin

resistencia para no

sobrepasar

la bifurcación

carotidosubclavia, y fijarse adecuadamente para evitar

la expulsión

Figura 1.

Propuestas de

canulación

con

interposición de

injerto de 8mm.

retrógrada

debido

a

la

presión

de

la

línea.

Posteriormente,

y

tras

la

decanulación,

la

arteria

suele necesitar

ser

reconstruida,

lo

que

habitualmente

se

realiza

con

suturas

interrumpidas

de

polipropi-

leno

5/0

asegurando

la

entrada

a

través

de

todas

las

capas

de

la

arteria.

En

relación

con

la

interposición

de

conducto,

suele

utilizarse

una prótesis de Dacron de 8-10mmmediante una anastomosis

ter-

minolateral

con

sutura

continua

de

polipropileno

5/0

a

través

de

una

arteriotomía

longitudinal.

Proximalmente

el

conducto

puede

conectarse

al

circuito

arterial

con

una

conexión

3/8

de

pulgada

o

mediante

una

cánula

similar

a

la

de

la

situación

anterior

( fig. 1 ).

Esta

técnica permite un flujo mayor en arterias peque˜nas, así como

perfundir

el miembro

superior

derecho

y monitorizar

la

presión

arterial por

vía

radial derecha. Además, presenta un menor

riesgo

de yatrogenia en relación con

lesiones de

la arteria radial y del plexo

braquia

l 17 .

Segundo objetivo: excluir el desgarro principal

Hoy

en

día,

las

técnicas

de

reparación

óptima

de

la

pared

aór-

tica

tanto a nivel proximal como distal en

las zonas de anastomosis

continúan

en

evolución,

e

incluyen

la

reconstrucción

neomedial

con

interposición

de

teflón

o

pegamentos

biológicos,

la

inversión

adventicial

o

el

refuerzo

interno

y/o

externo

con

teflón

o

pericar-

dio

autógeno. El

entusiasmo

inicial por

los pegamentos biológicos

ha

disminuido

tras

describirse

casos

de

necrosis

de

pared,

fallo

de

sutura

y

formación

de

seudoaneurisma

s 18 .

En

cualquier

caso,

resulta

fundamental

(sobre

todo en

las disecciones aórticas exten-

sas

donde

puede

haber múltiples

reentradas

entre

ambas

luces)

asegurar una buena anastomosis distal que

incluya

suficiente

can-

tidad de material de

todas

las

capas de

la

aorta

con

la finalidad de

evitar

el

posible

sangrado

por

flujo

retrógrado

(

«

back

flow

»

),

por