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a la tiroides para la producción y liberación a la circulación de

hormonas tiroideas (HT). Los cambios en los niveles de HT son

detectados por la hipófisis: si detecta niveles bajos libera TSH;

por el contrario cuando detecta niveles altos de HT disminuye la

secreción de TSH. Esto nos conduce a concluir que es la TSH la

que activa o inhibe a la tiroides, por lo que el rol de la TSH es

crítico para la producción de HT.

Es importante destacar que el yodo interviene en la regulación

de las HT también a través de un

feedback

negativo (efecto de

Wolff-Choikoff) con efecto bifásico: con la ingesta de yodo,

aumenta la síntesis de hormonas tiroideas, pero con la ingesta

excesiva, disminuye (1).

TIROIDES Y CORAZÓN

La glándula tiroides y el corazón están estrechamente relacio-

nados desde el punto de vista embriológico y, por ende, fisioló-

gico. Concepto que se ve reforzado por los predecibles cambios

de la función cardiovascular en los distintos trastornos tiroideos.

Las hormonas tiroideas (HT) ejercen acciones importantes sobre

el corazón y los vasos, lo que induce diversas modificaciones que

incluyen alteraciones hemodinámicas y efectos mediados sobre

las células miocárdicas a través de la expresión de varios genes.

Sin embargo, para entender, diagnosticar y tratar las afecciones

cardiovasculares que acompañan al hipo e hipertiroidismo, es

necesario conocer los mecanismos celulares de la acción de HT

sobre el corazón (miocito) y sobre las células del músculo liso

vascular.

La síntesis de T4 y, en menor proporción de T3, se produce dentro

de la glándula tiroides. La T4 es el producto principal mayoritaria-

mente inactivo, mientras que T3 es la forma activa de la hormona

a nivel celular. El 85% de T3, la hormona biológicamente activa,

deriva de la conversión periférica de T4 por la enzima 5’mono-

deiodinasa y ocurre principalmente en el hígado, riñón y músculo

esquelético (Figura 2) (3, 4). Es importante destacar que si bien la

conversión de T4 a T3 no ocurre en el miocito cardíaco, esta última

es la HT biológicamente relevante para esta célula cardíaca, y hay

evidencias de que las membranas celulares contienen proteínas

transportadoras específicas para la hormona activa. Diversos

estudios han confirmado que T3 es el efector de la mayoría de

las acciones biológicas tiroídeas, entre ellas: la estimulación de la

termogénesis tisular, las alteraciones en la expresión de diversas

proteínas celulares y los efectos sobre el corazón y las células

musculares lisas de los vasos sanguíneos. La T3 libre sérica ingresa

en las células mediante un proceso de difusión facilitada y parece

penetrar directamente al núcleo sin unirse a otra proteína dentro

de la célula (Figura 3). La mayoría de las observaciones indican

que los miocitos cardíacos no pueden metabolizar T4 ni T3 y, por

lo tanto, todos los efectos nucleares y los cambios de expresión

génica se deben a modificaciones en las concentraciones sanguí-

neas de T3 y sus efectos se llevan a cabo a través de la transcrip-

ción génica y extragénica.

FIGURA 1. REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LA GLÁNDULA TIROIDES Y DE SUS RELACIONES ANATÓMICAS

Hueso Hioides

Membrana Tiroidea

Lóbulo derecho

Tráquea

Lóbulo izquierdo

Istmo

Cartílago Tiroides

[DISFUNCIÓN TIROIDEA Y CORAZÓN - Dr. Juan Ramón Soto S. y col.]