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de oxígeno inhalada depende de la presión atmosférica, ya que

el porcentaje de oxígeno del aire ambiental no cambia (21%).

Sin embargo a medida que ascendemos por sobre el nivel del

mar, baja progresivamente la presión atmosférica y propor-

cionalmente la presión parcial de oxígeno, lo que disminuye la

gradiente alveolar para oxigenar la hemoglobina lo que deter-

mina a hipoxemia.

El mecanismo fisiopatólogico exacto por el cual la hipobaria

produce efectos adversos en la salud no es del todo compren-

dida, pero además de la hipoxemia parece haber un efecto

de la respuesta ventilatoria y del músculo de las arteriolas del

parénquima pulmonar en respuesta a la hipoxia. El detalle de

los mecanismos y alteraciones descritas es extenso y se puede

consultar en la bibliografía (39).

Aspectos clínicos

En la perspectiva temporal de los efectos de la altitud sobre las

personas, podemos distinguir tres modelos que se comportan

distinto desde la fisiopatología y clínica.

Enfermedad o mal agudo de montaña

Esta es la más conocida. Se define por los síntomas que

presentan las personas cuando ascienden a altitud. Habitual-

mente comienzan a las 6 horas y pueden durar hasta 4 días,

cuando se produce acomodación (40).

El mal agudo de montaña está definido por síntomas que son:

cefalea, náuseas, vómitos, fatiga, cansancio y dificultad para

dormir.

El diagnóstico se basa en el uso de la Escala de Lake Louis, que

entrega un puntaje según la intensidad de los síntomas mencio-

nados previamente.

El mal agudo de montaña suele ser leve, ceder rápidamente en

las primeras 48 horas o al retornar al nivel del mar. Sin embargo,

existen reportes de dos formas graves de la enfermedad y que

pueden causar la muerte: Edema pulmonar de altura y el edema

cerebral de altura (41, 42). Por qué algunos sujetos desarrollan

estas formas severas, es desconocido (40).

Enfermedad crónica de montaña o enfermedad de Monge

Esta es la variedad clínica predominante en las poblaciones que viven

en altitud. La enfermedad se caracteriza por poliglobulia, manifesta-

ciones neurosiquiátricas, hiperviscosidad e hipertensión pulmonar,

lo que puede llevar al paciente al cor pulmonar y la muerte.

La enfermedad de Monge alcanza prevalencias de hasta 18% en

algunas poblaciones andinas de países como Perú y Bolivia, lo

que constituye un problema de Salud Pública de difícil solución

(43). Esta situación es excepcional en Chile.

Hipoxia hipobárica intermitente

Esta es la forma clínica menos estudiada de la enfermedad y se

da en muy pocos lugares del mundo, como las faenas mineras de

Chile, donde las personas trabajan 7 días en altitud y 7 días a nivel

del mar.

Lo interesante de este modelo fisiopatológico, es que algunos

sujetos experimentan mal de montaña agudo cada turno que

deben ascender y por otro lado algunos experimentan poliglo-

bulia. Aunque no hay descritos casos de hipertensión pulmonar

en el medio nacional; hay que precisar que las mutualidades

suelen controlar este tipo de trabajadores y frente a poliglobulia

incipiente son retirados de la altitud, lo que puede influir en la

ausencia de casos.

Las consecuencias en el largo plazo de este tipo de exposición

son desconocidas (37).

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en el antecedente de exposición a altitud

y el cuadro clínico del paciente.

Para el mal agudo de montaña, el diagnóstico se basa en los

síntomas sistematizados en la Encuesta de Lake Louis (40).

Para la enfermedad de Monge se puede detectar poliglobulia

en el hemograma e hipertensión pulmonar por ecocardiograma,

Angio tomografía o cateterismo cardiaco.

Tratamiento

Como concepto fundamental, el tratamiento de estas condi-

ciones implica retornar a normobaria.

Para la disminución de los síntomas del mal agudo de montaña,

existe evidencia de la utilidad del uso de acetazolamida profi-

láctica (44).

El uso de oxígeno frente al ascenso a grandes altura debiera ser

el tratamiento de elección, lo que no ocurre por problemas de

costos y factibilidad.

El oxígeno en estos casos puede ser administrado individualmente

(tanques portátiles) o a través de la oxigenación de ambientes

cerrados. Oxigenar ambientes cerrados es más costoso y además

se debe tener precaución, ya que el oxígeno en concentraciones

crecientes es explosivo. Existen experiencias descritas al respecto

que muestran que es factible y beneficioso (45).

Por otro lado, el oxígeno personalizado puede ser incomodo de

transportar, especialmente para alguien que está trabajando y el

uso de naricera genera problemas de irritación nasal. En sujetos

que deben continuar trabajando en altura, algunas experiencias

piloto muestran que puede aliviar los síntomas (46).

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(3) 357-366]