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[Nódulos Pulmonares - Dr. José Miguel Clavero R.]

Sin embargo en los últimos años múltiples estudios han ido

demostrando que las resecciones sublobares serían cirugías

oncológicamente equivalentes a las lobectomías en tumores

menores de 2 cms (T1a) y especialmente en adenocarcinomas

mínimamente invasor o in situ (33-37).

Por lo tanto, se detectan más nódulos pulmonares debido al

mayor uso del TAC de Tórax. Su uso como herramienta de tami-

zaje ha demostrado ser efectivo en prevenir la mortalidad por

cáncer pulmonar y pesquisar un mayor número de cánceres en

etapas iniciales. Se pesquisan además nuevos tipos de nódulos

(VE y mixto) que se correlacionan con lesiones pre invasores o

tumores mínimamente invasores, para los cuales se discuten

nuevas alternativas de tratamiento. Esto ha significado al

mismo tiempo una mayor complejidad en el manejo de estos

pacientes y en los protocolos de diagnóstico y seguimiento

de los diferentes tipos de nódulos pulmonares. Revisaremos

algunos de estos aspectos de mayor relevancia para la práctica

clínica.

Caracterización de los Nódulos Pulmonares

Como se mencionó la definición clásica de nódulo pulmonar

consiste en una imagen radiológica de lesiones pulmonares o

pleurales que se superponen a las estructuras normales con

un desarrollo más o menos similar en las tres dimensiones del

espacio. Se denomina nódulos a las opacidades de hasta 30 mm

de diámetro y masas a las mayores, siempre que estén al menos

parcialmente delimitadas (2).

Un nódulo pulmonar corresponde por tanto a tumores Etapa I

(T1a o T1b). Estas lesiones especialmente las menores de 2 cms

no son visibles a la Radiografía de Tórax siendo sólo pesquisables

mediante TAC, especialmente cuando son subsólidas.

El diagnóstico por imágenes mediante TAC de Tórax, cumple por

tanto un rol fundamental en la identificación y caracterización

de los nódulos pulmonares. Los cánceres pulmonares iniciales

pueden presentarse como nódulos de diferente densidad:

sólidos, cavitados, en vidrio esmerilado (VE: definidas como una

intensidad discretamente mayor a la del parénquima pulmonar

a través de la cual la vasculatura pulmonar es visible) o lesiones

mixtas con componente sólido y VE. Figuras 2 y 3 (3). En etapas

más avanzadas los CPNCP se presentan como nódulos de

mayor tamaño o masas (

>

3 cms), sin embargo también pueden

presentarse como lesiones consolidadas mal definidas, especial-

mente algunos adenocarcinomas productores de mucina. Estas

lesiones pueden ser indistinguibles de una neumonía, pero a

diferencia de estas persisten en el tiempo pese al tratamiento

antibiótico (27, 28).

Sólo un bajo número de los NP corresponden a cánceres pulmo-

nares (3, 38). En el estudio ELCAP 2,7% y en NLST a 3.8% de los

nódulos pesquisados correspondieron finalmente a un CPNCP

(21,23,38). Las principales características radiológicas que

ayudan a diferenciar un nódulo maligno de uno benigno son:

tamaño, densidad y refuerzo con el medio de contraste, además

son útiles el contorno del borde, forma, calcificaciones, conte-

nido graso y cavitaciones (3, 39).

Los NP con bordes irregulares, espiculados, lobulados o mal defi-

nidos tienen una mayor probabilidad de malignidad (40-42). Los

CPNCP tienen una mayor vasculatura que los nódulos benignos

(40). Al evaluar un nódulo en un TAC sin contraste inicial y

compararlo luego de la administración de medio de contraste

endovenoso se puede evaluar el cambio de densidad, medido

en Unidades Hounsfield (UH). Un incremento de menos de

15UH es muy sugerente de benignidad, con una sensibilidad de

98% (43, 44). Por el contrario un aumento de más de 15UH es

sugerente de malignidad. Usando como punto de corte 30UH el

valor predictivo positivo de que el nódulo sea maligno alcanza

un 71% (40, 43).

En relación al tamaño mientras mayor sea el tamaño del nódulo

mayor es su riesgo de malignidad. Los nódulos menores de 5 mm

tienen un riesgo de malignidad de 1%, entre 6 a 10 mm 24% y

entre 11 y 20 mm aumenta a 33%. Los nódulos sólidos mayores

de 20 mm tienen un riesgo de malignidad de 80% y los mayores

de 30 mm de 90% (45-47).

La variación del tamaño del nódulo en el tiempo es muy impor-

tante en determinar la probabilidad de malignidad. Nódulos

que crecen muy rápido (semanas) o que disminuyen de

tamaño sugieren un origen inflamatorio infeccioso. En cambio

el crecimiento de un nódulo durante su seguimiento sugiere

malignidad. El tiempo de duplicación de los nódulos, es decir

el tiempo que un nódulo demora en duplicar su volumen (que

corresponde aproximadamente a un aumento del diámetro

en un 25%) varía entre 20 y 600 días, siendo más prolongado

en las lesiones en VE (48, 49). Por su lento crecimiento estas

lesiones deben seguirse al menos por 3 años para determinar

su potencial maligno (50).

Actualmente la densidad del nódulo es uno de los aspectos

más importantes a considerar en el estudio de los NP. Los

nódulos sólidos tienen un riesgo de malignidad general de

7%, y como se mencionó previamente, mientras mayor sea el

tamaño del nódulo mayor es el riesgo (51).

Las lesiones Subsólidas tienen un mayor riesgo de malignidad

que puede alcanzar un 18% (51). Las lesiones subsólidas pueden

corresponder a lesiones en Vidrio Esmerilado Puro (VE o GGO:

Ground Glass Opacity

) o a lesiones mixtas con un componente en

VE y una zona sólida (Figuras 4, 5 y 6).