316
punción diagnóstica y terapéutica a la vez, de modo de evitar
tener que repetir procedimientos en un mismo paciente
disminuyendo los riesgos potenciales de complicaciones y el
disconfort que provocan. Además, al evacuar lo más posible
el derrame se busca disminuir sustantivamente la disnea,
poder mejorar la visibilidad en la radiografía y TAC de tórax
y a la vez evaluar la velocidad de reproducción del derrame
(12, 13). La toracocentesis diagnóstica exclusiva debe reser-
varse sólo para casos en que la toracocentesis terapéutica
no es segura o posible, o bajo circunstancias puntuales de
cada enfermo. El riesgo potencial de una toracocentesis
terapéutica es el edema ex vacuo, el cual se ha estimado
puede tener una mortalidad de hasta 20%. Su frecuencia es
extremadamente baja 0.2 – 0.5% y ocurre cuando la presión
pleural cae a menos de -20 cm de H
2
0. Es posible medir con
manometría el descenso de la presión pleural durante la
toracocentesis o bien guiarse por síntomas. Se ha visto que
el desarrollo de tos o disconfort retroesternal se asocia con
presiones pleurales cercanas a -20cm de H
2
0 (7, 12, 14). En
nuestro medio no utilizamos manometría y se le advierte al
paciente que ante la aparición de tos o disconfort retroes-
ternal se dará por finalizada la pleurocentesis independiente
del volumen drenado.
Las complicaciones más frecuentes de la pleurocentesis son
la reacción vagal (10 - 14%), el neumotórax (3 - 8%), punción
frustra, dolor y sangrado. No es necesario controlar con radio-
grafía de tórax post pleurocentesis salvo que se sospeche
alguna complicación por la aspiración de aire, por múltiples
intentos de punciones frustras o por que el paciente presente
molestias como disnea o tos (15).
Estudio del líquido
El estudio inicial del líquido pleural debe considerar su aspecto
y olor. El líquido pleural de aspecto hemático debe hacer
sospechar la presencia de derrame neoplásico, hemotórax o
tromoembolismo pulmonar. La determinación del pleurocrito
>
50% del hematocrito confirma la presencia de un hemo-
tórax. La coloración blanquecina o un líquido turbio pueden
sugerir un empiema o quilotórax. En este caso se debe centri-
fugar el líquido y si el sobrenadante permanece turbio es
necesario hacer determinación de triglicéridos para confirmar
un quilotórax. El olor pútrido del líquido plantea un posible
empiema, y se debe inocular líquido pleural en frascos de
hemocultivos para aumentar el rendimiento etiológico prin-
cipalmente para bacterias anaerobias (2).
Se enviarán muestras en forma rutinaria a distintos laborato-
rios para análisis físico químico, fórmula diferencial, citología,
pH, estudio microbiológico incluyendo cultivos corriente,
tinción de Gram, baciloscopía (Bk) cultivo de Koch y Adeno-
sin-deaminasa (ADA) (Figura 2), y en ocasiones es posible
realizar otras determinaciones las cuales se solicitan frente a
hipótesis diagnósticas determinadas.
FIGURA 2. Tubos para análisis líquido pleural
tabla 1.
Criterios de
Light
para clasificar
transudados v/s exudados
Proteínas líquido pleural/ proteínas plasma
>
0.5
LDH líquido pleural / LDH plasma
>
0.6
LDH líquido pleural
>
2/3 límite normal
• Deben tomarse concomitantemente a la pleurocentesis
proteína y LDH en sangre
• Basta 1 criterio para clasificar como exudado pleural
• No debe haber ningún criterio para clasificar como
transudado
Clasificación del derrame
El derrame pleural se clasifica en transudado o exudado.
La diferenciación es importante ya que en los transudados
la pleura está sana, y la patología que provoca el derrame
suele ser sistémica y evidente en base a la historia y examen
físico. En los exudados en cambio, la pleura suele estar
enferma. El derrame se clasifica en transudado o exudado
en base a los criterios de Light (16) (Tabla 1). Estos crite-
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(3) 313-324]