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punción diagnóstica y terapéutica a la vez, de modo de evitar

tener que repetir procedimientos en un mismo paciente

disminuyendo los riesgos potenciales de complicaciones y el

disconfort que provocan. Además, al evacuar lo más posible

el derrame se busca disminuir sustantivamente la disnea,

poder mejorar la visibilidad en la radiografía y TAC de tórax

y a la vez evaluar la velocidad de reproducción del derrame

(12, 13). La toracocentesis diagnóstica exclusiva debe reser-

varse sólo para casos en que la toracocentesis terapéutica

no es segura o posible, o bajo circunstancias puntuales de

cada enfermo. El riesgo potencial de una toracocentesis

terapéutica es el edema ex vacuo, el cual se ha estimado

puede tener una mortalidad de hasta 20%. Su frecuencia es

extremadamente baja 0.2 – 0.5% y ocurre cuando la presión

pleural cae a menos de -20 cm de H

2

0. Es posible medir con

manometría el descenso de la presión pleural durante la

toracocentesis o bien guiarse por síntomas. Se ha visto que

el desarrollo de tos o disconfort retroesternal se asocia con

presiones pleurales cercanas a -20cm de H

2

0 (7, 12, 14). En

nuestro medio no utilizamos manometría y se le advierte al

paciente que ante la aparición de tos o disconfort retroes-

ternal se dará por finalizada la pleurocentesis independiente

del volumen drenado.

Las complicaciones más frecuentes de la pleurocentesis son

la reacción vagal (10 - 14%), el neumotórax (3 - 8%), punción

frustra, dolor y sangrado. No es necesario controlar con radio-

grafía de tórax post pleurocentesis salvo que se sospeche

alguna complicación por la aspiración de aire, por múltiples

intentos de punciones frustras o por que el paciente presente

molestias como disnea o tos (15).

Estudio del líquido

El estudio inicial del líquido pleural debe considerar su aspecto

y olor. El líquido pleural de aspecto hemático debe hacer

sospechar la presencia de derrame neoplásico, hemotórax o

tromoembolismo pulmonar. La determinación del pleurocrito

>

50% del hematocrito confirma la presencia de un hemo-

tórax. La coloración blanquecina o un líquido turbio pueden

sugerir un empiema o quilotórax. En este caso se debe centri-

fugar el líquido y si el sobrenadante permanece turbio es

necesario hacer determinación de triglicéridos para confirmar

un quilotórax. El olor pútrido del líquido plantea un posible

empiema, y se debe inocular líquido pleural en frascos de

hemocultivos para aumentar el rendimiento etiológico prin-

cipalmente para bacterias anaerobias (2).

Se enviarán muestras en forma rutinaria a distintos laborato-

rios para análisis físico químico, fórmula diferencial, citología,

pH, estudio microbiológico incluyendo cultivos corriente,

tinción de Gram, baciloscopía (Bk) cultivo de Koch y Adeno-

sin-deaminasa (ADA) (Figura 2), y en ocasiones es posible

realizar otras determinaciones las cuales se solicitan frente a

hipótesis diagnósticas determinadas.

FIGURA 2. Tubos para análisis líquido pleural

tabla 1.

Criterios de

Light

para clasificar

transudados v/s exudados

Proteínas líquido pleural/ proteínas plasma

>

0.5

LDH líquido pleural / LDH plasma

>

0.6

LDH líquido pleural

>

2/3 límite normal

• Deben tomarse concomitantemente a la pleurocentesis

proteína y LDH en sangre

• Basta 1 criterio para clasificar como exudado pleural

• No debe haber ningún criterio para clasificar como

transudado

Clasificación del derrame

El derrame pleural se clasifica en transudado o exudado.

La diferenciación es importante ya que en los transudados

la pleura está sana, y la patología que provoca el derrame

suele ser sistémica y evidente en base a la historia y examen

físico. En los exudados en cambio, la pleura suele estar

enferma. El derrame se clasifica en transudado o exudado

en base a los criterios de Light (16) (Tabla 1). Estos crite-

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(3) 313-324]