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En Estados Unidos, el Acta de Enfermedades Raras de 2002,

define una enfermedad rara estrictamente de acuerdo a su

prevalencia y específicamente dice que se refiere a cualquier

enfermedad o condición que afecte a menos de 200.000

personas en los Estados Unidos, lo que equivale a alrededor de

1:500 personas (1). Esta definición es similar a la realizada en el

Acta de Drogas Huérfanas de 1983, una ley federal escrita para

estimular la investigación en enfermedades raras y su trata-

miento (2).

En Japón, la definición legal señala que una enfermedad rara es

aquella que afecta a menos de 50.000 pacientes, lo que equi-

vale a 1:2.500 personas (3).

La Unión Europea (UE) define como enfermedad rara a aquella,

de origen genético o adquirido, con peligro de muerte o inva-

lidez crónica y cuya prevalencia en la población general sea

inferior a 1 en 2.000 individuos. Se excluyen de esta definición

enfermedades que son estadísticamente raras, pero que no

producen compromiso vital ni son crónicamente debilitantes

(4).

Prevalencia

El impacto de las enfermedades raras en la morbimorta-

lidad es más evidente si se considera su prevalencia (número

de personas afectadas por la enfermedad) que la incidencia

(número de casos nuevos diagnosticados por año). El

Global

Gene Project,

estima que existen más de 300 millones de

personas en el mundo afectadas por una enfermedad rara (5).

La Organización Europea para la Enfermedades Raras (EURODIS)

estima que existen entre 6.000 y 8.000 enfermedades raras y

que entre el 6 y el 8% de la población de la Comunidad Europea

sufre de alguna de estas afecciones (6). Por otra parte, la preva-

lencia de las enfermedades raras puede variar en diferentes

poblaciones, de manera que puede ser rara en algunas y más

frecuente en otras; esto se ve con especial frecuencia en las

enfermedades raras de origen genético en las que puede haber

efecto de un gen fundador en una población específica.

Por otra parte, dado que las enfermedades raras no consti-

tuyen un grupo nosológico reconocido si no que son un grupo

heterogéneo con un factor común que es la baja prevalencia,

es obvio que este grupo puede incluir un número no especifi-

cado de patologías que serán definidas como raras de acuerdo

al valor de corte estimado como frecuencia en la población.

En Chile, para una población de 17 millones de habitantes, y

considerando la frecuencia de 6-8% determinada por la Comu-

nidad Europea, debiéramos esperar más de 1.000.000 de afec-

tados.

En la Tabla 1 se muestran algunas de las enfermedades raras de

mayor prevalencia y algunas de sus características fenotípicas y

bases moleculares.

Características

Se estima que alrededor de 80% de las enfermedades raras son

de origen genético y con menos frecuencia son el resultado

de enfermedades infecciosas, inmunológicas, degenerativas o

proliferativas; y además un número muy minoritario de ellas,

no más de 400, disponen de tratamiento (7). Esto determina

que la gran mayoría sean enfermedades crónicas e incurables;

de hecho se considera que las enfermedades raras son respon-

sables de un 25% de las enfermedades crónicas (8).

Desde el punto de vista del manejo médico, las enferme-

dades raras se caracterizan por el gran número y la diversidad

de afecciones y síntomas, que no solo varían de afección en

afección, si no que también pueden variar dentro de la misma

afección. La misma condición puede presentarse con manifes-

taciones clínicas muy diferentes entre una persona afectada

y otra. Además, para muchas afecciones, existe también una

gran variedad de subtipos dentro de la misma enfermedad. Las

enfermedades raras pueden afectar a los pacientes tanto en su

capacidad física como en sus habilidades mentales, conducta

y capacidad sensorial, pudiendo además coexistir diferentes

discapacidades en un mismo individuo.

Estas enfermedades representan afecciones graves y debilitantes

para el 65% de los afectados. Sus manifestaciones comienzan

tempranamente en la vida, estimándose que hasta en dos tercios

de los pacientes los síntomas comienzan antes de los dos años de

vida, aunque pueden aparecer a lo largo de toda la vida. Más de

la mitad de los pacientes afectados presenta durante su vida defi-

ciencia motora, sensorial o intelectual, con dolor crónico recono-

cible hasta en el 20% de los afectados y 30% de los afectados por

enfermedades raras fallece antes de los cinco años (6).

La baja prevalencia individual de las enfermedades raras deter-

mina un menor conocimiento de ellas por parte del equipo

médico, lo que produce diagnósticos más tardíos y poco espe-

cíficos; esto se asocia a mayores costos y perjudica aún más la

calidad de vida de los pacientes y sus familias, quienes habi-

tualmente deben consultar varias opiniones de especialistas

antes de llegar a un diagnóstico preciso. Estudios realizados

en Estados Unidos reportan que pacientes con estas afecciones

pueden visitar entre 6 y 13 médicos antes de lograr un diagnós-

tico definitivo y la demora en su diagnóstico frecuentemente

es mayor a cinco años desde el inicio de los síntomas (9). El

diagnóstico etiológico, certero y precoz, es fundamental para el

adecuado manejo, para la prevención de complicaciones y para

el asesoramiento preconcepcional de las familias en riesgo.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(4) 425-431]