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INTRODUCCIÓN

Un tumor "raro" es un término relativo, porque el cáncer

infantil es una enfermedad con una prevalencia de 15 por

100.000 niños y adolescentes hasta 18 años, menor de los

50 casos por 100.000, cifra bajo la cual una enfermedad se

considera como infrecuente. Anualmente la incidencia de

cáncer es de 1 por 7000 en niños y adolescentes menores de

15 años (1). Se estima que en Estados Unidos se diagnostican

12.400 casos nuevos de cáncer en niños y adolescentes hasta

los 20 años (1, 2), 1.800 en Italia (3) y 500 casos nuevos en

niños y adolescentes menores de 15 años en Chile (Programa

Infantil Nacional de Drogas Antineoplásicas, PINDA, Ministerio

de Salud). El cáncer infantil, como grupo, sería entonces una

enfermedad rara por definición. En la práctica sin embargo,

consideramos como raros sólo a tumores que no suelen

presentarse en edad pediátrica o que tienen histologías de

aparición ocasional, con muy pocos niños y adolescentes afec-

tados; y que no están incluidos en protocolos de tratamiento

como el resto de cánceres de la infancia. Así definidos estos

tumores, son difíciles de estudiar por baja incidencia y apari-

ción esporádica, y para los cuales no existe una aproximación

clínica común (2, 3).

Los tumores llamados "raros" así definidos en oncología pediá-

trica, cuando son vistos en su conjunto, corresponden al 15%

de todos los cánceres en pacientes menores de 20 años, y al

30% de los que se presentan entre los 15 y 19 años, incluidos

hoy en el grupo que se conoce como adolescente y adulto

joven o AYA por sus siglas en inglés (

Adolescent and Young Adult

).

Estas cifras no son menores considerando que en este grupo

etario el cáncer es la primera causa de mortalidad asociada a

enfermedad, y que la identificación de estos pacientes y su

posterior inclusión en estudios clínicos es baja. La incidencia

de cáncer en este grupo etario dobla la incidencia observada

en los niños, pero la sobrevida libre de eventos a 5 años no ha

mejorado de la misma forma que la de los pacientes pediá-

tricos (2, 4, 5).

Los tumores raros pediátricos son heterogéneos y algunos

subtipos afectan a menos de 1 por millón de niños, por lo que

usualmente no son parte de estudios clínicos, aún cuando

tienen biología y clínica diferentes de cánceres pediátricos

que han sido estudiados exhaustivamente en protocolos

cooperativos a través de los años. Para estos tipos de cáncer

no han habido estudios sistemáticos, por lo que es difícil saber

cuál es la incidencia real, cómo están siendo tratados y cómo

responden los niños a tratamientos que generalmente son

diseñados para adultos. Es así como estos pacientes no tienen

acceso a tratamiento basado en la evidencia, y sus familias no

disponen de información acerca de la historia natural de la

enfermedad, pronóstico y evolución. Existen entonces, varios

desafíos para estudiar estos tumores raros, ya que se requiere

de gran número de casos para tener estudios con resultados

significativos; de protocolos uniformes de tratamiento para

análisis de sobrevida y factores pronósticos; de seguimiento a

largo plazo de niños afectados, especialmente los portadores

de mutaciones constitucionales; y de recolección de material

biológico (3).

El estudio de estos tumores debe ser hecho en el contexto

de esfuerzos colaborativos, como lo ha hecho en el 2002 el

Children’s Oncology Group

(COG) que reúne a las instituciones

que tratan virtualmente a todos los niños con cáncer en

Estados Unidos y que recoge el legado de dos grupos pediá-

tricos cooperativos que lo antecedieron, el

Pediatric Oncology

Group

(POG) y el

Children’s Cancer Study Group

(2) o como lo

hizo en el 2000 el grupo cooperativo nacional italiano a través

de su proyecto TREP (

Tumori Rari in Età Pediatrica

) (3). Estas

iniciativas ofrecieron por primera vez la oportunidad única de

superar los obstáculos que han limitado el estudio de estas

enfermedades infrecuentes, constituyéndose en un recurso

invaluable para estudiar estos tumores

El concepto de formar una nueva organización para desarro-

llar estudios clínicos pediátricos en Sudamérica resultó del

deseo de incrementar la colaboración entre esta región y el

COG, constituyéndose en Montevideo en marzo de 2008 el

Grupo de América Latina de Oncología Pediátrica (GALOP)

con miembros de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Entre

las proyecciones de GALOP que consolida la colaboración

internacional en Sudamérica, está su rol vital para responder

a preguntas biológicas y de tratamiento de tumores pediá-

tricos seleccionados, como ha ocurrido con la participación

de instituciones latinoamericanas en carcinoma adrenocor-

tical, el protocolo de Sarcoma de Ewing y el protocolo de

retinoblastoma.

Claramente la cooperación internacional es lo que puede

mejorar la calidad de los estudios de estos tumores raros, algo

planteado frecuentemente en el pasado, que con la estruc-

tura que tenemos hoy, puede ser abordado de manera más

efectiva. Una iniciativa de esta naturaleza en el contexto de

GALOP, pueden superar los obstáculos asociados con el bajo

número de pacientes, tratamiento irregular, falta de informa-

ción de seguimiento y disponibilidad de material biológico

para estudio; generando información invaluable acerca de la

historia natural de estos tumores y creando oportunidades

para investigación traslacional que den como resultado un

mejor tratamiento para estos cánceres.

DEFINICIONES

Entendiendo que todo cáncer en la infancia es en sí raro, la

definición de "raro" para nuestro propósito comprende aque-

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(4) 495-502]