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Giorgio Fornasier (1)

(1) IPWSO Director of Program Development

Email:

g.fornas47@gmail.com

La importancia de las agrupaciones

de padres en el manejo de

pacientes con enfermedades raras

“Yo no soy discapacitado, Soy especial”

¡DIOS BENDIGA A NUESTROS HIJOS ESPECIALES!

Nuestro hijo Daniele nació en 1976, en el hospital de Feltre,

un pequeño pueblo cerca de Belluno al norte de Italia donde

residimos. Inmediatamente nos dimos cuenta de que algo malo

le pasaba, por lo que lo llevamos rápidamente al hospital de

Belluno, donde se descubrió que tenía problemas respiratorios. Los

pediatras nos dijeron que no sobreviviría y nos sugirieron que lo

bautizáramos en el mismo hospital, y que probablemente tendría

algún problema al cerebro. A pesar de que sólo tenía dos meses de

edad, le practicaron una punción lumbar de bastante riesgo que

resultó sin evidencia de problemas al cerebro. Estábamos sumidos

en la mayor desesperación y decidimos regresar al hospital donde

había nacido. Fue ahí donde el pediatra jefe, levantando a nuestro

hijo en sus brazos, nos dijo: “Vuestro hijo padece del síndrome de

Prader-Willi”. En 1976, pocos médicos italianos sabían de este

síndrome, tampoco eran capaces de hacer un diagnóstico clínico

como él lo hizo. Realmente tuvimos suerte, puesto que este doctor

tenía, a su vez, a una hija severamente discapacitada a quien llevó

al Hospital Infantil de Zurich (Suiza) para que la examinara el doctor

Andreas Prader. Estando allá, el Dr. Prader le informó al pediatra

italiano acerca del síndrome que él había descubierto.

¿Por qué comienzo mi artículo con esta historia personal? La razón

está conectada con el propósito de este artículo dirigido a doctores

y profesionales encargados del manejo de niños afectados por

enfermedades raras, como el PWS (Síndrome de Prader-Willi, por

su sigla en inglés). Cuando el doctor hizo el diagnóstico clínico a

mi hijo Daniele, me dijo: “

Ya que usted sabe inglés, lea este artículo

que tengo sobre la descripción de este síndrome

”. Era sólo una página,

pero lo que estaba escrito allí era terrible y del terror, ya que decía

que viviríamos una vida infernal, además que la literatura científica

indicaba una expectativa de vida máxima de 14 años. Mi esposa,

Maurizia, y yo miramos a los ojos a nuestro hijo Daniele y dijimos

que eso no era posible y decidimos enfrentar la situación como

padres a nuestra manera… Actualmente, Daniele tiene 39 años,

trabaja felizmente en talleres protegidos, luego de 10 años traba-

jando en una fábrica convencional. Vive con nosotros y es parte de

nuestra comunidad en el pueblo donde residimos.

Los médicos e investigadores deben tener presente que todo lo

que se publica sobre alguna enfermedad rara, queda disponible

Un día, Daniele me dijo: “Papá, no soy discapacitado porque no ando en silla de ruedas, veo,

hablo, camino, COMO, tengo amigos, disfruto la vida y me gusta este mundo…

Es verdad, soy diferente, porque tengo algo que tú no tienes…

Tengo el síndrome de Prader-Willi, por eso… ¡SOY ESPECIAL!”

Daniele de padrino.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(4) 511-519]