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trices inestables y restricciones de movilización. En el caso de

defectos de cara posterior de rodilla debe evitarse colgajos muy

abultados, ya que pueden restringir rangos articulares (28). La

cobertura de articulaciones con colgajos libres, a diferencia de

colgajos locales, o de injertos, permite una movilización precoz

de la articulación, lo que reduce el riesgo de rigidez articular.

En tobillo, el requerimiento de un contorno apto para el uso

de zapatos es crucial. Debemos preferir colgajos delgados, ya

sea fasciocutáneos en pacientes delgados, o musculares en

pacientes de contextura menos favorable para el uso de los

primeros. Es importante considerar que, además de preservar

la movilidad articular, es fundamental prevenir el desarrollo

de equino. El uso de órtesis confeccionadas por terapeutas

ocupacionales es de gran utilidad, pero su efectividad puede

verse reducida por la limitaciones que encontrará el terapeuta

para adaptar las fijaciones y soportes, según la extensión del

daño de partes blandas y la localización del colgajo. En ciertos

casos se requiere el uso de fijadores externos para mantener

posicionamiento adecuado del tobillo y prevenir el equino.

Este punto que debe ser considerado desde las etapas iniciales

del trauma, ya que un retraso en la implementación de estas

medidas puede llevar al desarrollo de un pie en equino, que

requerirá eventualmente corrección quirúrgica, algo habitual-

mente prevenible.

Cobertura del pie

En términos generales, los defectos extensos del pié son repa-

rados con colgajos libres tanto en el dorso como en la planta.

Los defectos dorsales requieren coberturas delgadas con tole-

rancia al roce, mientras los defectos plantares requieren ideal-

mente colgajos con alta adherencia a plano profundo, poco

cizallamiento y tolerancia a la carga. Es recomendable tener

especial cuidado en la planificación de cobertura de zonas de

carga de la planta, tanto en talón como en antepie. En pacientes

sometidos a reconstrucción plantar se desarrolla un cambio en

el patrón de carga, redistribuyendo el apoyo a zonas de piel

nativa y descargando zonas reconstruidas, de esta forma prote-

giendo estas áreas de riesgo de ulceración. Defectos plantares

masivos no permiten esta adaptación, y el riesgo de ulceración

es alto. Se han utilizado diversos colgajos en reconstrucción de

talón y se han comparado los resultados obtenidos con colgajos

musculares versus fasciocutáneos, sin demostrar claras ventajas

de uno respecto al otro (29). Si es posible, debe intentarse

reparación con piel nativa (

glabrous skin flaps

), siendo la región

plantar medial la única zona dadora disponible. En caso de no

disponer de esta zona, o si se privilegia preservar la planta del

pie sano contralateral, puede usarse colgajos libres musculares

o fasciocutáneos. Los colgajos musculares forman un plano de

adherencia fibroso que lo protege de las fuerzas de cizalla y su

contorno es adecuado. Requieren injertos de piel parcial y no

pueden ser neurotizados. Por otra parte, los colgajos fascio-

cutáneos permiten diseños versátiles y pueden ser inervados.

Desafortunadamente el cizallamiento que se produce causa

ulceraciones. No ha sido claramente establecido que la neuro-

tización reduzca este riesgo, aunque sí se asocia a un período

de rehabilitación más breve (Figura 5).

Figura 5. Desforramiento y amputación traumática de ortejos. cobertura con colgajo libre

anterolateral de muslo adelgazado

Defecto de cobertura extenso del dorso del pie izquierdo con exposición de muñones de amputación de ortejos (arriba izquierda). Colgajo anterolateral

de muslo adelgazado, disección suprafascial, con fondo de color verde señalando pedículo vascular (arriba derecha). Intraoperatorio con cobertura

completa del defecto mediante colgajo libre anastomosado a vasos pedios (abajo izquierda). Postoperatorio a los nueve meses (abajo derecha).

[Microcirugía reconstructiva en trauma de extremidades inferiores - Dr. Günther Mangelsdorff G.]