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siones que requiere este tipo de reconstrucción, ha hecho que

las técnicas con tejidos propios, principalmente con tejidos

libres y perforantes, estén ganado terreno (2).

HISTORIA

La reconstrucción de mama comienza el año 1963 con la

introducción de la primera reconstrucción con implante de

silicona por Cronin y Gerow (3), lo que estimuló a que durante

las décadas del 60 y 70 la reconstrucción protésica fuera el

método más utilizado de reconstrucción. El año 1972 Radovan

(4) describió el uso de expansores tisulares para mama y en

1977 Schneider, Hill y Brown (5) y Muhlbauer y Olsbrich incor-

poraron el uso del colgajo músculo cutáneo

latissimus dorsi

para este tipo de reconstrucción (6). Esta técnica fue popula-

rizada por Bostwick, Vasconez y Jurkiewicz (7, 8) y Maxwell y

Hoopes en publicaciones posteriores (9).

Un verdadero avance en la cirugía reconstructiva de la mama

fue la introducción de los colgajos abdominales en la década

de los 80, que permitieron brindar un mayor volumen de

la reconstrucción, sin la necesidad de utilizar una prótesis.

El colgajo músculocutáneo TRAM se ha transformado en el

gold standard

en muchos países y continúa siendo el método

reconstructivo autólogo, más utilizado, debido a la facilidad de

su técnica y porque la región abdominal proporciona la mejor

calidad y cantidad de tejido necesario para reconstruir una

mama, siendo de aceptación general que los resultados con

tejidos propios son superiores a la reconstrucción protésica.

En general, los procedimientos reconstructivos que contem-

plan el uso de colgajos se han realizado tradicionalmente

con tejidos pediculados. El colgajo TRAM clásico o pedi-

culado fue descrito por Hartrampft, Scheflan y Black (10),

quienes en 1982 en Atlanta, transfirieron por primera vez, el

colgajo TRAM. Este colgajo consistió en una porción vertical

del músculo recto abdominal con una isla transversal de piel

abdominal inferior irrigada por perforantes músculo cutáneas

procedentes de la arteria epigástrica superior. El daño a nivel

de la pared abdominal donante fue el principal incentivo para

desarrollar técnicas menos invasivas y con mejor irrigación.

Ello se logró con la descripción y aplicación de los colgajos

libres, es decir, tejidos que se obtienen identificando su pedí-

culo vascular, se secciona éste y se realizan luego las anas-

tomosis vasculares correspondientes bajo microscopio, para

restaurar la perfusión del colgajo. Se incluye en esta moda-

lidad el colgajo TRAM libre (11), los colgajos DIEP y SIEA, el

colgajo glúteo superior o inferior y el colgajo anterolateral de

muslo (12). A poco andar se hizo evidente no sólo su condición

de ser una técnica menos agresiva para la pared abdominal

sino que la perfusión de estos tejidos fue tan superior, que ya

nadie discute sus ventajas y su utilización se hizo extensiva

a pacientes fumadoras, obesas o en presencia de cicatrices

abdominales previas.

Otros métodos de reconstrucción mamaria han sido descritos,

entre los cuales se incluyen los colgajos abdominales medio y

superior, el colgajo oblicuo externo (13), el glúteo y el tensor

fascia lata

. También se incluye el colgajo circunflejo ilíaco

profundo

(Rubens´flap)

descrito por Hartrampf y cols (14), este

colgajo sirve como una segunda línea de reconstrucción de la

mama, en especial cuando el TRAM ha fallado.

EPIDEMIOLOGÍA

La incidencia del cáncer de mama es alto y afecta también

a mujeres jóvenes, esto ha determinado una creciente

demanda de procedimientos reconstructivos cada vez más

exigentes, revirtiendo la tendencia histórica y universal de

que las pacientes mastectomizadas no se reconstruyen, supe-

rando el miedo a las complicaciones quirúrgicas que puedan

retardar el tratamiento adyuvante y al temor de enmascarar

una recurrencia (15).

En Chile, según registros internacionales, existirían cerca de

4.000 nuevos casos por año, con una tasa de mortalidad de

15/100.000 mujeres. El riesgo para la población femenina

occidental de presentar un cáncer mamario es de 1 cada 8

a 10 mujeres, de ahí el énfasis en las políticas de pesquisa

precoz con auto examen mamario y estudio de imágenes en

población de riesgo a los 35 años y a los 40 años para la pobla-

ción normal (16).

En los últimos años se ha observado un aumento de mastec-

tomías profilácticas determinados principalmente por la fobia

al cáncer bilateral, la difusión de casos mediáticos que la

aconsejan, las indicaciones médicas por lesiones de alto riesgo

o presencia de mutación génica.

Derivado de lo anterior, se ha hecho más frecuente la adop-

ción de métodos reconstructivos por parte del paciente

aconsejados en su mayoría por el equipo tratante. En la

actualidad en

EE.UU.

, a pesar del éxito y beneficios de la

reconstrucción, un 20% de las pacientes mastectomizadas

es reconstruida en forma inmediata (2) y un 20% lo hace en

forma diferida (17).

Según datos de la Sociedad Americana de Cirujanos Plás-

ticos, un 80% de las pacientes reconstruidas lo hace con

expansor/implante y las reconstrucciones autólogas se

realizan principalmente en centros académicos relacionados

con la docencia. El 40% de las pacientes con diagnóstico de

cáncer de mama es sometido a mastectomía y la mitad de

estas pacientes van a reconstrucción (18).

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(1) 65-75]