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Dentro de las patologías que llevan a la generación de
demencia se encuentran mecanismos de tipo reversible y
de tipo irreversible. Dentro de las primeras se encuentran
causas como infecciones, procesos autoinmunes, tumores,
o hidrocefalia. El segundo grupo está constituido
principalmente por enfermedades neurodegenerativas.
Cada uno de los mecanismos de daño que conducen
al desarrollo de demencia poseen un perfil de lesión
funcional, anatómica y temporal distinto, lo que genera
manifestaciones particulares en las imágenes. Esto tiene
implicancias directas en el tipo de imagen a utilizar en cada
momento de la evolución de la enfermedad, dentro del
algoritmo de enfrentamiento diagnóstico.
En la mayoría de los casos, y particularmente en el grupo de
patologías neurodegenerativas, el diagnóstico de demencia
continua siendo clínico. Esto contribuye sustancialmente al
retardo en el mismo, ya que al momento de la manifestación
de síntomas, las alteraciones neuropatológicas son
usualmente extensas (3). Lo anterior influye a su vez
en el fracaso actual de las terapias farmacológicas y
no-farmacológicas. El rol fundamental y el desafío del
desarrollo de nuevas técnicas de neuroimágenes, es lograr
detectar con una alta sensibilidad y especificidad, las
alteraciones funcionales prodrómicas que llevan al daño
estructural irreversible.
Tradicionalmente, las técnicas de imagen en el
enfrentamiento de las demencias han tenido un rol
principalmente de apoyo, orientándose a descartar
causas tratables. Actualmente, este rol está migrando
progresivamente hacia la aproximación diagnóstica,
contribuyendo en la diferenciación entre distintos tipos de
demencia. En este ámbito, las técnicas de mayor uso son la
resonancia magnética (RM) estructural para la evaluación de
atrofia cortical (4-6) así como alteraciones de la sustancia
blanca y más recientemente la tomografía por emisión de
positrones (PET) para la medición de depósitos de amiloide
o proteína Tau, en el caso de la enfermedad de Alzheimer.
Ambas técnicas detectan alteraciones morfológicas y
moleculares específicas de enfermedad.
En los últimos años, debido a la necesidad de realizar
el diagnóstico precoz, el esfuerzo se ha centrado en el
desarrollo de técnicas de neuroimágenes que permitan
lograr la detección de enfermedad en etapas preclínicas,
antes que el daño cerebral irreversible se produzca (7). Estas
técnicas se centran en la medición de marcadores de injuria
y disfunción neuronal, e incluyen técnicas avanzadas de RM,
como imágenes de tensor de difusión (DTI), espectroscopía,
y conectividad neuronal mediante resonancia funcional
de estado de reposo; PET con 18F fluoro-deoxiglucosa
(FDG-PET); SPECT (tomografía computada por emisión de
fotón único) de perfusión cerebral con HMPAO y TRODAT-1
(ambos disponibles en Chile) e imágenes del transportador
de dopamina con iodine-123-b-carbo-metoxi-3-b-
(4-iodofeniltropano) fluropropil; así como estudios
mediante técnicas de imágenes multimodales (6). Cada una
de ellas ha mostrado utilidad en la evaluación y diagnóstico
de patologías específicas que llevan a demencia, y pese a
mostrar cambios que están indirectamente relacionados a
los cambios moleculares patológicos que las subyacen, en
muchos casos están asociadas más robustamente con los
síntomas clínicos medidos mediante test psicométricos (8).
En el caso de la enfermedad de Alzheimer (la más
frecuente de las patologías neurodegenerativas que
provocan demencia), los nuevos criterios sugeridos para la
investigación consideran el uso de biomarcadores basados
en neuroimágenes (9), y los criterios establecidos para el
diagnóstico (10) plantean su uso como herramienta clínica
cuando estén disponibles y cuando el médico lo considere
oportuno, lo que reafirma la utilidad de las recientes
técnicas desarrolladas para el diagnóstico precoz y el
seguimiento de los pacientes con demencia. Falta definir
aún el rol específico que cada una de estas técnicas tendrá
en el algoritmo diagnóstico de las demencias.
En el presente artículo, se da una visión general de las
técnicas más usadas actualmente de neuroimágenes para la
evaluación de los diagnósticos más frecuentes de demencia,
delineando las características imagenológicas de cada una
de ellas y los protocolos utilizados.
RESONANCIA MAGNÉTICA ESTRUCTURAL
Como se mencionó previamente, la resonancia magnética
estructural, en el ámbito de las demencias, ha estado
orientada en las décadas pasadas a excluir patologías
potencialmente tratables. Este rol de exclusión, que puede
ser llevado a cabo en la mayoría de los casos mediante el
uso de la tomografía computarizada (TC), se encuentra
actualmente migrando hacia la demostración de marcadores
positivos de enfermedad (e.g. atrofia hipocampal para el
caso de la enfermedad de Alzheimer).
Las dos patologías más frecuentes para el desarrollo
de demencia son la enfermedad de Alzheimer (EA) en
primer lugar, y la patología vascular. Debido a ello, el
enfrentamiento diagnóstico mediante las técnicas de RM
estructural debe estar orientado a evaluar, principalmente,
1) el patrón y extensión de atrofia cortical, y 2) el nivel de
daño vascular, que incluye el patrón, extensión, y los sitios
específicos (estratégicos) de compromiso.
[Neuroimágenes en Demencias - Ing. Gonzalo Rojas C. y cols.]