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en rueda dentada; y la acinesia, que se presenta tanto

en movimientos espontáneos como en voluntarios, y

típicamente, manifiesta con fatigabilidad y decremento

progresivo de la amplitud durante movimientos repetitivos

(29). Estas manifestaciones serían consecuencia de la pérdida

de inervación dopaminérgica en el estriado (30). Debido a

la heterogeneidad clínica de presentación, se ha intentado

clasificar la enfermedad en subtipos, aunque no existe un

consenso generalizado. Así, existiría la forma de predominio

tremórico, con una ausencia relativa de otros síntomas, y la

de predominio no tremórico que incluiría el fenotipo rigido-

acinético y aquellos con inestabilidad y trastorno de la marcha

(conocido como PIGD: “

postural instability and gait disorder”

).

Además, podría definirse otro subgrupo con un fenotipo

clínico mixto o indeterminado (31). Esta diferenciación tendría

implicaciones pronósticas ya que el curso de la enfermedad

difiere entre los subtipos, siendo los de predominio tremórico

de evolución más lenta, menor incapacidad y menor riesgo

de deterioro cognitivo que aquellos no tremóricos (32, 33).

Manifestaciones no motoras

El reconocimiento de los síntomas no motores ha ganado

relevancia en los últimos años debido a su elevada prevalencia

que se incrementa conforme la enfermedad progresa (hasta

el 90% según la serie) y un impacto negativo sobre la calidad

de vida de los pacientes que puede ser mayor que el de las

manifestaciones motoras (34, 35). Éstos incluyen síntomas

muy variados como apatía o depresión, alteraciones del

sueño, disfunción autonómica o síntomas sensitivos (Tabla 1).

Algunos síntomas como la hiposmia, el estreñimiento, la

depresión, y el trastorno de conducta de sueño REM pueden

preceder en varios años a las manifestaciones motoras

clásicas y por lo tanto al diagnóstico de la enfermedad (36).

Otros estudios sugieren también, la hipersomnia diurna, la

alteración en la visión de los colores, la apatía, la fatiga y el

dolor de origen “central” como posibles síntomas premotores.

Es por ello que la existencia de este periodo prodrómico es

importante a nivel terapéutico ya que podría aportar una

potencial ventana temporal para terapias modificadoras de la

progresión en el momento en el que estén disponibles, y así

prevenir o retrasar el desarrollo de la enfermedad (37).

La aparición de estos síntomas se ha relacionado con la

distribución de los cuerpos de Lewy en el sistema nervioso

(sistema nervioso periférico, bulbo olfatorio, tronco

cerebral, sistema límbico y corteza cerebral) según el mapa

de sinucleopatía descrito por Braak y Braak. Sin embargo,

su sustrato patológico no se explica completamente por

esta hipótesis que, además, no define la extensión de la

neurodegeneración (38). Algunos de estos síntomas pueden

responder a la medicación dopaminérgica como puede

observarse en la fluctuaciones no motoras (ver abajo), sin

embargo, en el origen de muchos otros estarían implicados

otros sistemas de neurotransmisores como la serotonina,

noradrenalina y acetilcolina y requieren de un tratamiento

específico (Tabla 2) (34).

A pesar de su relevancia, los síntomas no motores en la EP son

frecuentemente poco reconocidos, probablemente porque

la consulta médica se centra fundamentalmente en las

manifestaciones motoras, pero también porque el profesional

sanitario puede no ser consciente de que estos síntomas son

propios de la enfermedad. Existen escalas validadas como el

NMS-Quest, SCOPA o la escala UPDRS que son de utilidad

para el reconocimiento y valoración de estos síntomas (34).

Progresión de la enfermedad

Conforme la enfermedad avanza, las manifestaciones

motoras cardinales, que habitualmente se presentan

inicialmente en un solo hemicuerpo, se generalizan

afectando también al lado contralateral, aunque la

enfermedad suele mantener cierto grado de asimetría

a lo largo de su evolución. Además, mayor denervación

dopaminérgica resulta en una peor capacidad para

- Síntomas neuropsiquiátricos: Depresión, ansiedad,

apatía. Alucinaciones (sobre todo visuales), ilusiones y

delirios que pueden ser inducidos por la medicación.

Deterioro cognitivo leve y demencia. Trastorno del control

de impulsos y síndrome de disregulación dopaminérgica

(relacionados con agentes dopaminérgicos). Ataques de

pánico.

- Ataques de pánico que pueden aparecer en los episodios

“OFF”.

- Trastornos del sueño: Trastornos de conducta del sueño

REM, hipersomnia diurna excesiva, ataques de sueño,

insomnio, síndrome de piernas inquietas y movimientos

periódicos de las piernas.

- Síntomas sensitivos: Dolor, hiposmia, trastornos visuales

(visión borrosa, diplopia, alteración en la visión de los

colores).

-

Fatiga.

- Disfunción autonómica: Urgencia y frecuencia

miccional, nicturia, disfunción sexual, hiperhidrosis e

hipotensión ortostática.

- Síntomas gastrointestinales: Sialorrea, disfagia,

estreñimiento.

Tabla 1. Síntomas no motores más comunes en la

enfermedad de Parkinson

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(3) 363-379]