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tigaciones. El principal resultado de éstas ese año fue que se

demostró que cuando se destruía el 70% o más de la hipófisis

de fetos de oveja el embarazo se prolongaba y debía inte-

rrumpirse mediante una cesárea. Pero el diseño no permitía

aclarar si la hipofisectomía era la causante de la prolongación

del embarazo o la falta de secreción de ACTH y por lo tanto de

cortisol, por la glándula suprarrenal.

Al término de su beca en California, Liggins descubrió que

uno de los colaboradores del grupo de investigación era

sospechoso de falsificar datos de investigación. Fue una mala

experiencia. Esto probablemente lo impulsó a partir antes de

Davis y pasar dos meses en Cambridge, con Roger Short de la

Unidad Fisiología y Bioquímica Reproductiva del

Agricultural

Research Council

. Aprovechó la visita para crear lazos y asistir

al congreso para el estudio de la fertilidad en 1967. Ya era

conocido por sus publicaciones y su línea de investigación

antes del congreso, pero luego de esta reunión, fue mundial-

mente conocido.

Corticoides y síndrome de distrés

respiratorio del recién nacido

Mientras el Dr. Liggins estaba en California el equipo de

investigación preparó un modelo con fetos gemelos. A uno de

ellos le hicieron una hipofisectomía y le administraron corti-

coides peritoneales para testear la hipótesis de la influencia

del cortisol en el inicio del trabajo de parto. Lo que pasó fue

que el parto se desencadenó de manera prematura y el feto

sobrevivió. Aunque la investigación siguió por otros derro-

teros, el recuerdo quedó guardado en su memoria.

A su vuelta a Nueva Zelanda, Liggins llegó con más experiencia

en investigación y confianza en sus capacidades. Consiguió

apoyo ya no institucional, sino de la empresa privada (1968)

y logró implementar un laboratorio con modelos basados en

ovejas en el Hospital Greenlane en Auckland. Esto les facilitó

a él y a su equipo las condiciones de trabajo y el desarrollo de

nuevas hipótesis de trabajo.

En éstas el recuerdo de una observación accidental (el uso de

corticoides provocó un parto prematuro y el cordero recién

nacido ventiló sus pulmones al nacer) comenzó a llamar su

atención.

El descubrimiento del surfactante pulmonar y su rol en la

fisiología pulmonar fue descrito en 1950 por John Clements.

Sin embargo fue una residente de pediatría de Harvard (Mary

Ellen Avery) quien en 1959 publicó un artículo en el que

describió la fisiopatología del síndrome de distrés respira-

torio (SDR) de los recién nacidos de pre término y el rol clave

de la falta de surfactante pulmonar en su desarrollo.

Lamentablemente fue otro hecho el que ayudó de manera

indirecta a la investigación en esta área. En 1963 el hijo

prematuro del Presidente de Estados Unidos John Kennedy,

Patrick, falleció de un sindrome de distress respiratorio (SDR).

Este hecho puso en conocimiento de la opinión pública la

causa de muerte del hijo de una de las parejas más admi-

radas del momento y a la vez es probable que haya ayudado

al aumento del interés por estudiarlo y por supuesto al

aumento de los fondos destinados a ello.

Finalmente, el equipo de John Clements logró desarrollar un

método para medir surfactante pulmonar en líquido amnió-

tico y así estimar el riesgo de SDR en el recién nacido.

En 1968 la Dra. Avery estaba trabajando con ovejas y presentó

en un congreso sus resultados. Entre ellos, el que más llamó

la atención de Mont fue la conclusión de que los fetos de

menos de 125-127 días eran incapaces de retener aire. Ante

esta aseveración, el Dr. Liggins mostró sus resultados en los

que demostraba que el uso de corticoides en fetos de oveja si

les permitía respirar una vez nacidos. Esta nueva comunica-

ción hizo que la Dra. Avery iniciara una serie de experimentos

en animales en los que probaba el uso de prednisolona intra-

peritoneal en fetos de conejo, ovejas y ratas demostrando en

todos ellos la aparición de surfactante antes de lo normal.

De vuelta a Nueva Zelanda, y esta vez con la sensación de

apremio de tiempo, Mont decidió ir un paso más adelante y

probar en humanos su teoría y buscar una aplicación clínica al

uso de corticoides antenatales. Para esto, junto a su colega el

Dr. Ross Howie, neonatólogo, decidieron diseñar un estudio

de calidad y que permitiera buscar pruebas que demostraran

de manera sólida la asociación causal entre uso de corti-

coides antenatales, disminución de SDR en prematuros y por

lo tanto disminución de mortalidad perinatal.

Asuntos prácticos como a quién dar el corticoide (madre o

hijo), cuál de todos los disponibles, por cuál vía, en qué dosis,

por cuántas dosis, fueron solucionadas usando la experiencia

adquirida, sentido común y por supuesto una dosis de suerte.

Se decidió dar el corticoide a la madre (por ser mucho menos

agresivos que una punción peritoneal fetal) y en dosis pare-

cidas a la utilizadas en un estudio que el Dr. Liggins estaba

realizando con un estudiante de doctorado (el estudio

buscaba evaluar el efecto de corticoesteriodes adminis-

trados a la madre en la función adrenal del feto). La elección

de la betametasona fue principalmente suerte. Se conju-

garon muchos factores como potencia, vía de administra-

ción y costo (era entregada gratis por Glaxo) pero la verdad

es que no se sabía mucho de ellos y por lo tanto la fortuna

también ayudó.

[VIÑETA HISTÓRICA - sir graham collinwood liggins. ovejas, alambres, trabajos de parto, pulmones - Dr. Juan Pablo Alvarez.]