Previous Page  74 / 320 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 74 / 320 Next Page
Page Background

638

Consideraciones farmacológicas en situaciones

particulares

1) Sedación en el paciente crítico

La administración de analgésicos y sedantes es una práctica

habitual en las unidades de cuidados intensivos, debido a

la necesidad de reducir el dolor, la ansiedad, o la demanda

metabólica relacionados a ciertas patologías y procedi-

mientos que enfrentan los pacientes. Durante los últimos

años, se ha acumulado un gran cuerpo de evidencia en

relación a los eventos adversos asociados al uso de estos

fármacos, principalmente a las benzodiacepinas, las que se

han relacionado, entre otros, con prolongación de la ventila-

ción mecánica, aumento en la incidencia de delirium, mayor

estadía en UCI, todos elementos que se asocian a una menor

calidad y seguridad en el cuidado del paciente crítico.

La protocolización en el manejo de la sedo-analgesia es una

herramienta clínica validada, que permite un uso seguro y

eficiente de estos fármacos en la atención óptima de los

pacientes críticos. Basado en recomendaciones interna-

cionales (9), el desarrollo de un protocolo de sedación en

las unidades de cuidados intensivos debe considerar los

siguientes pilares básicos:

- Evaluación y manejo del dolor (Priorizar analgesia).

- Sedación basada en analgesia, a la menor dosis posible,

guiada por metas clínicas, ejecutado por enfermería,

disminuyendo uso de benzodiazepinas.

- Evaluación, prevención y manejo del delirio.

- Movilidad precoz y ejercicio.

- Participación y empoderamiento familiar.

Dada las consideraciones farmacológicas descritas ante-

riormente, un protocolo de sedación debe considerar

metas clínicas

que permitan ajustar la dosis de los fármacos

a las menores posibles. Las metas recomendadas deben

incluir evaluación del dolor, mediante las escalas de EVA

o CPOT, metas de profundidad de la sedación, con uso de

escalas como las de RASS o SAS, y evaluación seriada de

la aparición de delirio, mediante el uso de instrumentos

como la escala de CAM-ICU o similar. Un protocolo de

sedación debiese ser simple y flexible (permitir alterna-

tivas) y debiese asegurar evitar sobre-sedación, reservado

para asincronia severa, bloqueo neuro-muscular o algunos

pacientes neurocríticos (11,12).

En caso de insuficiencia hepática o renal debe considerarse

la acumulación de drogas y aplicar disminución proactiva

y constante de la dosis de los fármacos para mantener la

mínima sedación posible que asegure el confort del paciente.

Entre los fármacos más frecuentemente utilizados en el

manejo de la sedación de nuestros pacientes críticos están

los opiodes (Fentanilo, Morfina, Remifentanilo y Meta-

dona), Benzodiazepinas (Midazolam), Propofol, Ketamina y

Dexmedetomidina. Siempre que estos fármacos se admi-

nistren en infusión continua, debe considerarse que al

aumentar la dosis de infusión por sedación insuficiente,

es recomendable administrar un bolo de la droga (si es

posible desde otros puntos de vista, principalmente en

consideración a la estabilidad hemodinámica), de manera

de evitar el incremento excesivo de la velocidad de infu-

sión por escaso efecto en el sitio de acción.

Los

opioides

actúan a través de la unión a los receptores

mu-opioides en el sistema nervioso central (SNC). En general

todos tienen una farmacodinamia propia, pero comparten

una misma eficacia, es decir, llegan al mismo efecto máximo.

La morfina tiene un bajo volumen de distribución y metabo-

lización hepática rápida. Los metabolitos activos de morfina

son eliminados por vía renal y pueden acumularse con el

uso crónico o en pacientes con disminución de la función

renal, razón por la cual las infusiones de morfina cada vez

son menos utilizadas para analgesia en UCI.

El

fentanilo

posee cien veces la potencia de la morfina. Su

elevada lipofilia, alta tasa de unión a proteínas plasmáticas

y gran volumen de distribución, le brinda un inicio rápido y

corta duración de acción; carece de un metabolito farma-

cológicamente activo. Tiene un alto potencial acumula-

tivo secundario tanto a su alto volumen de distribución y

al lento metabolismo hepático. Como resultado, su vida

media aumenta progresivamente desde 30 minutos a 9-16

horas en infusión continua, y se debe tener cuidado ajus-

tando la velocidad de infusión en el tiempo. A diferencia de

la morfina, no causa liberación de histamina y proporciona

mayor estabilidad hemodinámica. El parche de fentanilo

generalmente no es apropiado para su uso en UCI debido

a su lento inicio de acción (aproximadamente 12 horas) y

absorción errática en un paciente crítico.

La

metadona

posee un metabolismo hepático que da

origen a metabolitos inactivos. Por lo anterior, puede

tener muchas interacciones con otros medicamentos. Es

un opiáceo de acción prolongada con duración variable

de acción (entre 12-48 horas); se puede acumular rápi-

damente en los pacientes con insuficiencia hepática o

pacientes que reciben hemodiálisis.

El

remifentanilo

es un opioide metabolizado por este-

rasas sanguíneas y de otros tejidos, permitiendo un

extenso y rápido metabolismo, sin participación hepática.

Tiene una vida media muy corta. Tiene un escaso Vd y se

une aproximadamente un 70% a las proteínas plasmáticas.

Su metabolización permite una mayor previsibilidad en la

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(5) 636-645]