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sujetos con AD tienen asociadas otras condiciones pato-

lógicas tales como: rinitis crónica alérgica, obesidad,

reflujo gastroesofágico (RGE), disfunción de la respira-

ción, trastornos psicosociales, alergia alimentaria e infec-

ciones (34).

La prevalencia de rinitis alérgica es alta en la pobla-

ción general y la asociación entre asma y rinitis es bien

conocida. Se estima que sobre el 80% de los asmáticos

padecen de rinitis y el 15% de los riníticos desarrollan

síntomas de asma, mediado por mecanismos aún no acla-

rados (35). El tratamiento concomitante mejoraría los

síntomas riníticos y con ello ayudaría al control del asma

(36). Asociado o no a rinitis alérgica puede coexistir dife-

rentes grados de obstrucción de la vía aérea superior que

incluye desde el niño respirador bucal hasta el SAHOS.

En niños esta condición está generalmente determinada

por hiperplasia adenoamigdaliana, la que debe ser valo-

rada y tratada según corresponda. Existe asociación entre

reflujo gastroesofágico y asma, la que en algunos estudios

llega al 80% de los asmáticos más severos, sin embargo,

la relación causal es compleja y no se ha establecido con

claridad (37). El RGE podría ser un factor agravante o solo

coincidir con el asma, podría causar sibilancias por aspi-

ración directa o bien por reflejo secundario a acidifica-

ción del esófago distal. Los tratamientos con lanzoprazol

no han demostrado mejoría en pacientes tratados, sin

embargo, la valoración de los hallazgos encontrados

debe realizarse en forma individual, reevaluando a cada

paciente hasta optimizar el tratamiento y tratar todas sus

comorbilidades (37,38).

La obesidad y el asma tienen una compleja interrelación

donde interactúan componentes genéticos y ambientales.

Ambas entidades son cada vez más prevalentes y no está

claro el real efecto de la obesidad en el asma, incluso la

obesidad per se puede dar síntomas similares al asma,

como disnea, cansancio y sibilancias (39). La obesidad

determina un riesgo significativo para desarrollar asma,

estimándose que aquellos individuos con IMC por sobre

el precentil 85 tienen el doble de riesgo de desarrollarla

(40). La forma de presentación o fenotipo puede variar

según edad y género, como los observados en varones con

rápido incremento de peso durante los 2 primeros años de

vida que ha sido mencionado como un buen predictor de

asma a los 7 años (41), o bien mujeres jóvenes que desa-

rrollan obesidad, o mujeres adultas postmenopausicas

obesas no atópicas tienen mayor prevalencia de asma que

los varones adultos obesos (42). Los pacientes asmáticos

y obesos tienden a ser más sedentarios con mayor into-

lerancia al ejercicio y se hospitalizan más frecuentemente

cuando sufren una exacerbación (43). Los mecanismos

por los cuales la obesidad podría determinar una mayor

susceptibilidad a desarrollar asma se han atribuido sin

completa consistencia a las adipokinas como la Leptina,

que son hormonas que regulan el peso y la saciedad, pero

que a su vez cumplen un rol pro inflamatorio, encontrando

incluso receptores de leptina en tejido pulmonar. Además,

la leptina podría jugar un rol en el desbalance del tono

motor de la vía área a través de la activación de recep-

tores muscarínicos de acetilcolina (44). Junto a lo anterior,

la obesidad podría determinar un mal control del asma a

través de un mecanismo de resistencia a los corticoides

mediado por la reducción de

steroid-induced mitogen-

activated protein kinase phosphatase

-1 (45).

Las alteraciones sicosociales como el estrés, depresión y

ansiedad son factores muy prevalentes en pacientes asmá-

ticos problemáticos, se estima que el 40% de éstos presenta

síntomas ansiosos y que al menos, la mitad de los pacientes

con asma difícil o severa presenta trastornos emocionales

(46). Los adolescentes asmáticos desarrollan 2 veces más

trastornos ansiosos-depresivos que los no asmáticos, lo

que a su vez determina mayor morbilidad, empeoramiento

clínico y falta de control con un mayor deterioro en su

calidad de vida (47,48). A la vez, el asma severa no contro-

lada puede condicionar cambios sicológicos importantes

en el enfermo por lo que deben investigarse siempre.

Algunos niños, especialmente pacientes crónicos se acos-

tumbran a diferentes grados de obstrucción bronquial y no

son capaces de percibir adecuadamente los síntomas de

agravamiento, lo cual se le denomina alexitimia y deter-

mina falta de consulta o tardanza en el diagnóstico. Todo

lo anterior justifica en los casos complejos y refractarios,

una evaluación sicológica y social en forma sistematizada,

con la inclusión en el equipo multidisciplinario de un

profesional idóneo que pueda enfrentar estos problemas

(49,50).

Finalmente existe un grupo de pacientes asmáticos que

evolucionan con asma problemática, pero que se debe

a trastornos del patrón de la respiración, disfunción de

cuerdas vocales e hiperventilación. Este trastorno está

habitualmente asociado a problemas emocionales, debido

a condiciones propias o bien secundarias a la misma seve-

ridad del asma y se manifiestan generalmente durante el

ejercicio y dan cuenta de síntomas muy significativos (51).

Su diagnóstico adecuado y el apoyo del equipo de kinesió-

logos y fonoaudiólogos es clave a la hora de enfrentar

a estos pacientes, para lograr realizar actividades tan

comunes como el ejercicio.

En suma, la evaluación sistemática y estandarizada de este

grupo de pacientes permitirá separar a aquellos suscepti-

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(1) 45-54]