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ción espontánea y el flujo coronario correspondiente. El

agente vasoconstrictor actualmente recomendado es la

adrenalina dado que la evidencia científica no apoya un

beneficio superior a la vasopresina (27). El efecto vaso-

constrictor de la adrenalina es mediado a través de

receptores

α

1

- y

α

2

-adrenérgicos. Sin embargo, la adre-

nalina también activa receptores

β

1

- y

β

2

-adrenérgicos.

Los receptores

β

1

-adrenérgicos ubicados en el miocardio

estimulan la función contráctil; un efecto que acentúa

la isquemia miocárdica. Estudios preclínicos y clínicos

recientes (28,29) han demostrado que la adrenalina facilita

inicialmente el restablecimiento de la actividad cardíaca

pero compromete la sobrevida ligado a una acentuación

de la disfunción global miocárdica post-paro cardíaco.

La vasopresina tiene la ventaja de no activar receptores

adrenérgico, pero la desventaja de tener una vida media

larga – en contraste con la adrenalina – de modo que el

efecto vasoconstrictor persiste en el período post-reani-

mación pudiendo comprometer la función ventricular por

aumento de la post-carga. A pesar de estas desventajas, los

agentes vasoconstrictores siguen siendo utilizados rutina-

riamente en RCP.

El flujo sanguíneo durante la RCP no es solamente bajo –

como hemos comentado – pero declina en el tiempo por

una serie de razones, incluyendo la pérdida del retroceso

elástico torácico – comprometiendo el retorno venoso –

y pérdida de la distensibilidad miocárdica – comprome-

tiendo la precargadando como resultado una capacidad

decreciente de compresión torácica para mantener flujo

sanguíneo. Consecuentemente, existe una ventana de

tiempo estrecha durante la cual es posible restablecer la

actividad cardíaca usando las maniobras de RCP conven-

cionales. El problema se complica aún más por la incapa-

cidad de los rescatadores para efectuar consistentemente

maniobras de calidad (30). Para mejorar la calidad de la

RCP se han inventado dispositivos mecánicos. A pesar de

que estudios clínicos no han logrado demostrar una supe-

rioridad hemodinámica sobre la RCP manual, los disposi-

tivos mecánicos tienen ventajas. Remueven el elemento

humano de fatiga y la inconsistencia, facilitan el trans-

porte en vehículos en movimiento, y permiten interven-

ciones coronarias invasivas mientras el paciente está en

paro cardíaco (31).

Esfuerzos adicionales para mejorar la RCP convencional se

han centrado recientemente en mecanismos para mejorar

el retorno venoso mediante la intensificación de la presión

negativa intra-torácica. Este concepto se materializó en

el desarrollo de la válvula de umbral de impedancia, cuya

eficacia fue demostrada recientemente en estudios clínicos

pero sólo cuando es usada en conjunto con la descompre-

sión torácica activa (32). El estudio demostró un incremento

moderado de la sobrevida hospitalaria con resultado neuro-

lógico adecuado a pesar de no tener impacto en la reanima-

ción inicial. Muchas otras técnicas se han desarrollado pero

sin tener un mayor impacto excepto la circulación extracor-

pórea, como se discute brevemente a continuación (33).

La circulación extracorpórea es capaz de promover niveles

normales del flujo sanguíneo y de restablecer la acti-

vidad cardíaca con facilidad a pesar del fracaso de la RCP

convencional. Estudios clínicos recientes demuestran que

el uso de circulación extracorpórea puede lograr rescatar

con sobrevida casos refractarios a la RCP convencional

(34,35). Sin embargo, costos y desafíos logísticos limitan el

uso de circulación extracorpórea. Si los medios existen, el

uso de circulación extracorpórea debe considerarse en el

manejo del paro cardíaco refractario a las manobras de RCP

convencionales tanto en casos intra-hospitalarios como

extra-hospitalarios que llegan al servicio de emergencia en

paro cardíaco. La circulación extracorpórea permite esta-

bilizar al paciente y efectuar procedimientos diagnósticos

y terapéuticos durante un paro cardíaco.

MONITOREO DURANTE LA RCP

Existe la posibilidad de optimizar la eficacia de la RCP

mediante el monitoreo fisiológico, permitiendo ajustar

la técnica y decidir en forma objetiva el uso de interven-

ciones específicas.

Capnografía y medición del CO

2

final espirado:

Capnografía

es la medición de la presión parcial de CO

2

en la vía aérea

durante el ciclo respiratorio y su representación gráfica. El

CO

2

final espirado corresponde al gas alveolar, siempre y

cuando la espiración no sea interrumpida por la inspiración

siguiente como en el caso de pacientes con enfermedad

de la vía área y atrapamiento gaseoso. El CO

2

final espirado

está determinado por los siguientes factores:

(a)

La producción de CO

2

a nivel tisular que depende de la

actividad metabólica.

(b)

El transporte de CO

2

desde los tejidos hacia los

pulmones que depende del flujo sanguíneo.

(c)

El porcentaje de espacio muerto alveolar

(d)

La ventilación pulmonar (Figura 2).

Durante la RCP, se presume que la producción de CO

2

y

el espacio muerto alveolar se mantienen relativamente

constantes de modo que el CO

2

final espirado depende

mayoritariamente del flujo sanguíneo generado y la venti-

lación proveída. Si la ventilación se mantiene constante,

el CO

2

final espirado se transforma en una estimación útil

del flujo sanguíneo generado y puede ser utilizado para

[REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR INTRA-HOSPITALARIA DEL PACIENTE ADULTO - Raúl J. Gazmuri MD, PHD, FCCM]