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[SANANDO AL SANADOR - Dr. Juan Pablo Acuña y cols.]
INTRODUCCIÓN
El abuso y dependencia a sustancias de uso profesional es un
problema que afecta a médicos y otros miembros del equipo
de salud y forma parte de la historia de la medicina (1).
En 1885 William Halsted, cirujano estadounidense con
históricos aportes al desarrollo de la cirugía, publicó su
exitosa experiencia en el uso de cocaína como anesté-
sico local en cirugías menores (2). Para probar la eficacia
de esta nueva técnica la usó en sí mismo y otros colegas,
pero no esperaba que por los efectos psicomiméticos de la
cocaína se haría adicto a ella y luego también a la morfina.
De ambas dependencias logró recuperarse, no así sus cola-
boradores.
Paralelamente, Sigmund Freud usaba la cocaína para tratar
pacientes con depresión y dependencia a la morfina. Uno
de ellos fue un amigo personal, quien falleció a causa de su
uso. Este hecho le afectó de tal forma que también lo llevó a
hacerse adicto a esta “maravillosa” sustancia.
Horace Wells y Robert Glover, quienes hicieron grandes
aportes al desarrollo de la anestesia inhalatoria, fallecieron a
causa de la dependencia a gases anestésicos.
Muchos años más tarde la historia cambiaría con Douglas
Talbott (1926-2014), un exitoso cardiólogo que se hizo
adicto a la petidina por auto medicarse para aliviar sus crisis
de cefalea y pánico recurrentes. Luego de recuperarse de esta
dependencia, dejó la cardiología y puso todos sus esfuerzos
en crear el primer programa de rehabilitación para médicos
adictos, modelo replicado en todo
EE.UU. y otros países.
Hoy en día la adicción a sustancias es considerada una afec-
ción cerebral primaria, crónica y recidivante. En el médico,
la detección es habitualmente tardía debido a mecanismos
de negación para evitar el daño a su desempeño y prestigio
profesional (3).
Las consecuencias de una dependencia a sustancias siempre
son devastadoras para quien la sufre, para el entorno familiar
y en el caso de los médicos, constituye un riesgo para los
pacientes atendidos por el profesional enfermo (3,4).
Muchos autores y organismos encargados de salud ocupa-
cional publican artículos en que describen las manifesta-
ciones clínicas, los mecanismos etiopatogénicos, lo factores
de riesgo y además muestran la experiencia y resultados de
centros especializados de tratamiento. Existen recomenda-
ciones destinadas a la prevención, detección y protocolos
de rehabilitación (3,5-9) que dan guías de cómo enfrentar
el problema. No obstante, este esfuerzo constante de socie-
dades profesionales y organismos formadores, la frecuencia
de casos en el mundo sigue siendo similar en las últimas
décadas.
El objetivo de este artículo es entregar una noción de la
magnitud y consecuencias del problema en el profesional
médico, de su fisiopatología y manifestaciones clínicas y
finalmente dar una visión general de las recomendaciones
actuales de prevención, pesquisa y tratamiento de la farma-
codependencia a sustancias de uso profesional.
MAGNITUD DEL PROBLEMA
Debido a sus serios efectos multidimensionales, el tras-
torno por abuso de sustancias en los médicos es conside-
rada una enfermedad grave (3). Por lo anterior, en muchos
países desarrollados se han creado centros especializados
en tratar y rehabilitar médicos impedidos mentalmente por
una dependencia para el ejercicio idóneo de la profesión. En
estos países, el médico afectado es protegido legalmente, sin
embargo, se condiciona su ejercicio profesional al ingreso y
adherencia a programas de tratamiento y rehabilitación.
Al comparar a los médicos con la población general, se ha
visto que en los primeros hay mayor frecuencia de abuso de
sustancias de prescripción (benzodiacepinas, analgésicos
opioides, hipnóticos), lo que posiblemente es determinado
por la tendencia a la automedicación y por el fácil acceso y
necesidad de manipular fármacos de alto potencial adictivo
en el ejercicio laboral. Esto último explica las diferencias que
existen en el tipo de sustancias de abuso de acuerdo a la
especialidad médica que se ejerce.
En el programa de salud para médicos de California, Ikeda,
se mostró que a pesar que los anestesiólogos eran el 5%
del total de médicos del estado, constituían 17% del total
de médicos ingresados al programa de tratamiento durante
un período de 10 años (6). En el mismo estudio, la sustancia
más frecuentemente abusada fue el alcohol (tabla 1), pero
entre los anestesiólogos eran los opioides potentes (tabla 2).
Estas cifras son concordantes con lo ocurrido en programas
de salud de otros estados de
EE.UU. y países desarrollados.
Se ha descrito que anestesiólogos, cirujanos y urgenciólogos,
son los especialistas que con más frecuencia entran a un
programa de tratamiento por dependencia a opioides (7,8).
Los médicos especialistas no son los únicos miembros del
equipo de salud afectados por dependencia a sustancias
de uso profesional. Existe también una alta frecuencia de
médicos que están en programas de formación de espe-
cialidad, enfermeros(as) universitarios y otros profesionales
(9-13).