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Mellitus, pacientes mayores de 75 años y pacientes usuarios

de glucocorticoides. En aquellos pacientes con diagnóstico

establecido de Diabetes Mellitus la recomendación es soli-

citar hemoglobina glicosilada (HbA1c), en lugar de glicemia

sanguínea (15,17). Diversos estudios demuestran que un mal

control metabólico preoperatorio aumenta la incidencia de

resistencia a insulina intraoperatoria y esto se correlaciona

con una mayor tasa de complicaciones en pacientes some-

tidos a cirugía vascular (18) y de

by pass

coronario (19). El

punto de corte entre buen y mal control metabólico está

dado por una HbA1c de 6.5% según el reporte del comité

internacional de expertos (20).

AYUNO PREOPERATORIO

Las últimas guías americanas sobre ayuno preoperatorio y

disminución de riesgo de aspiración pulmonar (21) reco-

miendan actualmente 2 horas de ayuno para líquidos claros

(identificando como líquidos claros: agua, jugos transpa-

rentes sin pulpa, té y café). El ayuno recomendado para leche

materna es de 4 horas y la recomendación para sólidos y

leche no materna es de 6 horas. Por último, se mantiene la

recomendación de 8 horas de ayuno para comidas grasas.

Estas recomendaciones aplican para pacientes que van a

ser sometidos a anestesia general, anestesia regional, como

también pacientes sometidos a sedación y que no presenten

patologías coexistentes que afecten el vaciamiento gástrico,

como embarazo, obesidad, diabetes, reflujo gastroesofágico,

hernia hiatal, alimentación enteral, y cirugías de urgencia.

El objetivo de estas recomendaciones del ASA es mejorar el

confort y satisfacción de los pacientes, disminuir el riesgo de

deshidratación e hipoglicemia derivados de un ayuno prolon-

gado y a la vez minimizar el riesgo de morbilidad relacionada

con la aspiración de contenido gástrico.

EVALUACIÓN PREOPERATORIA EN EL PACIENTE

CARDIÓPATA SOMETIDO A CIRUGÍA NO CARDÍACA

En esta área ya desde 1980 se han generado guías y

recomendaciones conjuntas de la

American College of

Cardiology

(ACC)

y la

American Heart Association (AHA)

basadas

en la evidencia existente, así como también de la Sociedad

Europea de Anestesia. Estas guías se han actualizado en varias

oportunidades (2002, 2008) (22,23), siendo la más reciente

la del 2014 (24).

Estas recomendaciones enfocan la evaluación preoperatoria

en aquel grupo de pacientes que presenta mayor riesgo de

morbimortalidad perioperatoria, como son los pacientes con

cardiopatía coronaria conocida u otras patologías asociadas,

y que serán sometidos a cirugía no cardíaca.

La actualización del 2008 (23) es la más ampliamente difun-

dida, ya que incorpora un interesante concepto, al centrar el

foco de la evaluación en tres pilares fundamentales, como son

los factores de riesgo del paciente, su capacidad funcional, y

el riesgo quirúrgico. Sus tablas y algoritmos son recomen-

daciones que facilitan la toma de decisiones respecto de

la conducta y exámenes adicionales a los que debiera ser

sometido el paciente previo a la cirugía, dependiendo de los

hallazgos en la historia y examen físico.

El rol del médico anestesiólogo es determinar la estabilidad

del estado cardiovascular del paciente y si éste se encuentra

en su mejor condición médica para ser sometido a cirugía.

La historia clínica debe ser acuciosa en pesquisar síndromes

coronarios inestables, antecedentes de angina, infarto agudo

al miocardio, insuficiencia cardíaca, arritmias, presencia de

marcapaso o desfibrilador implantable, uso de fármacos,

entre otros antecedentes.

La historia también debe ser capaz de determinar la capa-

cidad funcional del paciente, ya que está demostrado que

ésta se correlaciona bien con la tolerancia al test de esfuerzo.

La capacidad funcional se mide en METs (equivalentes meta-

bólicos) y se considera excelente si es más de 10 METs buena

si es entre 7 y 10 METs, moderada entre 6 y 4 METs y pobre si

es menor a 4 METs. Ésta última se asocia significativamente a

una mayor incidencia de eventos cardiovasculares adversos.

Una capacidad funcional definida como “

>

4 METs” implica

que el paciente es capaz de subir escaleras a un segundo piso

o caminar más de 4 cuadras.

El examen físico de estos pacientes debe incluir: signos

vitales, palpación de pulso carotídeo, observación de llene

yugular, auscultación cardíaca y pulmonar, palpación abdo-

minal y examen de extremidades en busca de pulsos perifé-

ricos y edema.

En pacientes con cardiopatía coronaria conocida o previa-

mente oculta la evaluación preoperatoria debiera ser capaz

de responder interrogantes como ¿Cuánto miocardio está

en riesgo? ¿Cuál es el umbral de ese paciente, en el que

el stress perioperatorio producirá isquemia? ¿Cuál es la

función ventricular del paciente? ¿Está el paciente en su

condición óptima, o existen parámetros que pueden ser

optimizables? Si la historia y examen físico no son capaces

de respondernos estas preguntas, se sugiere realizar test

no invasivo para determinar respuesta isquémica frente

al stress. El objetivo es disminuir la incidencia de eventos

cardíacos mayores, como infarto agudo al miocardio,

edema pulmonar, fibrilación ventricular, PCR. Estos eventos

adversos cardíacos mayores (MACE, por su sigla en inglés)

[EVALUACIÓN PREOPERATORIA EN EL SIGLO XXI - Dra. Sandra Kunze]