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cardiovascular y condiciones anatómicas requeridas para

procedimientos anestésicos como anestesia regional,

bloqueos, y otros.

Evaluación de vía aérea: como es bien sabido, los predic-

tores clásicos de vía aérea tienen baja especificidad y

sensibilidad y además tienen un bajo valor predictivo posi-

tivo. Por otro lado, los dispositivos modernos de manejo

de vía aérea, como los videolaringoscopios entre otros,

hacen menos eficiente aún el examen de vía aérea. Esto no

significa que los predictores se deben dejar de lado, sino

todo lo contrario: la probabilidad de encontrarse frente a

un paciente con vía aérea difícil debe evaluarse tanto con

la historia clínica como con el examen físico. Éste último

debe incluir la evaluación de predictores clínicos de vía

aérea difícil, como son el test de Mallampati, la apertura

bucal, la capacidad de protrusión dental y la movilidad

cervical. Dependiendo de los hallazgos, el anestesiólogo

debe planificar su estrategia de manejo de vía aérea. Sin

embargo la recomendación es siempre estar preparado

para un “plan B” (7,8).

El registro obtenido después de la visita debe incluir como

mínimo:

1.

Descripción de los diagnósticos actuales.

2.

Tratamientos actuales, tanto farmacológicos como alterna-

tivos.

3

. Determinación de la condición médica del paciente.

La clasificación de ASA, con sus pro y contra, es un concepto

que sigue siendo ampliamente usado como estratificación de

riesgo. Lo nuevo en esta clasificación es la introducción de

ejemplos concretos (pero no limitado sólo a éstos) por parte

de la Asociación Americana de Anestesiología, en octubre

2014 (9):

ASA I

es un paciente sano, que no fuma y no bebe o tiene

mínimo consumo de alcohol.

ASA II

es un paciente con leve enfermedad sin limitación

funcional, como por ejemplo, paciente fumador, bebedor

social, obeso con índice de masa corporal (IMC) entre 30 y

40, diabético o hipertenso bien controlado, leve enfermedad

pulmonar.

ASA III

es un paciente con limitación funcional y ejemplos

incluyen diabetes y/o hipertensión mal controlada, enfer-

medad pulmonar obstructiva, obesidad mórbida con IMC

sobre 40, hepatitis activa, dependencia o abuso al alcohol,

disminución en la fracción de eyección, insuficiencia renal

en diálisis, presencia de marcapaso,

stent

, antecedente de

infarto de más de 3 meses de evolución, entre otros.

ASA IV

es un paciente con enfermedad severa en constante

riesgo vital y los ejemplos son: infarto reciente menos de 3

meses, isquemia miocárdica actual, accidente vascular, severa

disminución de la fracción de eyección, disfunción valvular

severa, sepsis, insuficiencia renal avanzada sin diálisis.

ASA V

es un paciente moribundo, cuya sobrevida depende

de la cirugía, como por ejemplo rotura de aneurisma aórtico

torácico o abdominal, hemorragia cerebral masiva con efecto

de masa, traumatismo severo, entre otros.

La visita preanestésica culmina cuando se proporciona al

paciente una explicación razonable de las opciones dispo-

nibles para el manejo anestésico. La calidad de informa-

ción, educación y asesoramiento que reciban los pacientes

es fundamental para disminuir su nivel de ansiedad (10). La

comunicación entre el médico anestesiólogo y el paciente

adquiere gran importancia actualmente, ya que existe una

amplia variedad de alternativas y técnicas anestésicas, que

el paciente debe comprender bien y aceptar, como el tipo

de anestesia propiamente tal (inhalatoria, endovenosa,

regional), la realización de bloqueos regionales y/o perifé-

ricos para analgesia postoperatoria, o determinados proce-

dimientos invasivos.

Cuando el paciente es menor de edad o no se encuentra en

condiciones de consentir, la autorización ha de obtenerse del

adulto autorizado legalmente para proporcionarla. Aunque

puede ser suficiente el consentimiento oral, por razones

médico-legales es aconsejable la autorización escrita.

EXÁMENES PREOPERATORIOS “DE RUTINA”

Muchas veces existe la tendencia de los especialistas de

solicitar exámenes “de rutina”, sin un análisis previo de la

historia clínica y examen físico. “De rutina” se define como

un examen solicitado en ausencia de una indicación clínica o

propósito. Está demostrado en numerosos trabajos (11-13)

que los exámenes de laboratorio solicitados como rutina y

sin base clínica, no tienen ningún rendimiento significativo,

encarecen la atención, generan postergaciones innecesarias,

afectan la contención de costos, e incluso generan un dilema

de qué hacer frente a un examen alterado, cuando éste no

tiene una correlación clínica.

Los exámenes solicitados en el preoperatorio de cirugías

electiva no cardíaca debieran estar justificados en base a la

información obtenida en la historia clínica, la entrevista con

el paciente y el examen físico, además del tipo de cirugía. La

revisión Lancet 2003 respecto del tema afirma que más del

70% de los exámenes solicitados no generan un cambio en la

conducta y no se correlacionan con complicaciones periope-

[EVALUACIÓN PREOPERATORIA EN EL SIGLO XXI - Dra. Sandra Kunze]