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Estrategias de Intervención

Como medidas de prevención el equipo médico tiene que

conocer este trastorno y estar alerta cuando se observen

los signos que se han descrito, haciendo una pesquisa

temprana, seguida de análisis e intervenciones por un equipo

multi-profesional compuesto por el médico o equipo tratante,

psiquiatra, psicólogo, terapeuta familiar, en caso necesario

asistente social y otros profesionales que se requieran.

Considerado este trastorno, una forma de maltrato infantil, tiene

aspectos médico legales que considerar, privilegiando la protec-

ción y bienestar del niño. Demostrada la situación de maltrato, es

necesario acceder a protocolos establecidos para proteger al niño

y comunicar a las instancias correspondientes (51).

El tratamiento tiene que tener un enfoque sistémico, inclu-

yendo a todos los miembros de la familia, siendo asesorados

por un equipo multi profesional en el cual, de acuerdo al caso,

los miembros del equipo asumirán distintos roles: médico

tratante, terapeuta individual (madre, hijo), terapeuta familiar,

asistente social si se requiere para hacer seguimiento y coordi-

nación con otros servicios (educacionales, legales entre otros).

Se requiere hacer un seguimiento clínico de largo tiempo,

porque existe el riesgo de repetir la misma conducta en otro

lugar.

En los casos severos, se requieren medidas de protección y

la separación del padre o madre abusadora, asegurando la

protección y el bienestar del niño o niña (52).

CONCLUSIONES

Se destaca la importancia de evaluar en forma integral a los

pacientes pediátricos poli-consultantes que concurren a los

servicios de atención primaria o de pediatría, por la implicancia

de antecedentes de psicopatología parentales, vinculares,

interferencia en el desarrollo social-emocional del paciente y

también el consumo de recursos de salud.

En los pacientes con somatización se requiere analizar los

patrones de consulta tempranos, las dinámicas, vínculos,

psicopatologías parentales especialmente de ansiedad y

somatización y la transmisión intergeneracional de la sinto-

matología. Especialmente importante es tener precaución con

poli-consultantes pequeños, quienes junto a los factores ante-

riores son los que pueden desarrollar más frecuentemente este

trastorno más tarde en su desarrollo y repetir el patrón interge-

neracional.

El extremo más peligroso de los pacientes poli-consultantes

es, sin duda, el trastorno facticio aplicado a otro, por ser

una forma de maltrato infantil, siendo su diagnóstico difícil

y complejo; no pesquisarlo mantiene el maltrato del hijo y

puede ser potencialmente mortal. Plantea un dilema al equipo

médico tratante, en términos de diagnóstico, afrontamiento,

estrategias terapéuticas y medidas legales.

En todos estos casos es fundamental tener una aproximación

multidisciplinaria, integrando al equipo médico o pediátrico

tratante, profesionales de psiquiatría de enlace y salud mental,

posibilitando una evaluación e intervenciones individuales,

familiares y sociales que permitan la protección y bienestar del

niño o adolescente.

Los autores declaran no tener conflictos de interés, en relación a este artículo.

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