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Los antidepresivos tricíclicos son metabolizados por el

hígado, se ligan extensamente a proteínas y tienen un gran

efecto de primer paso, por lo que en general debe evitarse

su empleo en pacientes con enfermedad hepática (4). Los

inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS)

también son metabolizados por el hígado. La fluoxetina,

por su larga vida media, es un fármaco de difícil manejo en

pacientes con insuficiencia hepática. Además, por la inhibi-

ción del citocromo P450-3-A4 puede aumentar los niveles

de los inmunosupresores hasta valores tóxicos, limitando así

su uso en pacientes con trasplante hepático (5). La paroxetina,

por su corta vida media parece ser un compuesto más seguro,

aunque se han reportado raros casos de hepatitis inducida

por este fármaco (6). La sertralina y el escitalopram pueden

emplearse en dosis bajas. Entre los inhibidores selectivos de

la recaptura de serotonina y noradrenalina (ISRSN), la desven-

lafaxina es metabolizada fundamentalmente por conjugación

y sería más segura; en cambio no sería recomendable el uso

de duloxetina por su reducido metabolismo y eliminación (7).

Entre los antipsicóticos el haloperidol sería el más seguro, en

cambio debieran evitarse las fenotiazinas (3). Entre los antip-

sicóticos de segunda generación los más seguros son el sulpi-

ride y el amisulpride, por su menor metabolización hepática.

En cambio hay que tener precaución con el empleo de rispe-

ridona y olanzapina. La quetiapina puede emplearse en dosis

bajas, al igual que el aripiprazole (8).

Entre los estabilizadores del ánimo, el litio se puede emplear

con un riguroso control de los niveles plasmáticos. Se desacon-

seja el empleo de ácido valproico y de carbamazepina (9). En

cambio, la gabapentina parece ser una opción más segura.

Los ansiolíticos como las benzodiacepinas deben emplearse con

precaución y en dosis bajas (4). El fármaco de elección sería el

lorazepam, cuyo metabolismo se mantiene casi inalterado.

EMPLEO DE PSICOFÁRMACOS EN ENFERMEDADES

CARDÍACAS

El tratamiento con psicofármacos en pacientes con pato-

logía cardíaca debe ser particularmente cuidadoso. Hay que

considerar los efectos potenciales de los fármacos, en espe-

cial en las alteraciones de la conducción aurículo-ventricular.

Asimismo se debe evaluar el riesgo de hipotensión ortostá-

tica, en especial en pacientes con isquemia o insuficiencia

cardíaca. También es necesario considerar el prolongamiento

del intervalo QTc, el que puede llevar a

torsade de pointes

o

fibrilación ventricular (10).

Algunos principios generales para la administración de psico-

fármacos en los pacientes con enfermedad cardíaca son los

siguientes (3):

- Evitar la polifarmacia y en especial evitar fármacos

asociados a alteraciones del ritmo cardíaco o del balance

electrolítico.

- Monitorear el posible prolongamiento del intervalo QTc.

- Seleccionar los fármacos menos asociados a alteraciones

cardíacas.

- Iniciar el tratamiento con dosis bajas y aumentarlas lenta-

mente.

Los antidepresivos tricíclicos han sido extensamente estudiados

en esta indicación (11). Están contraindicados en pacientes que

han tenido un infarto cardíaco. A menudo producen hipoten-

sión ortostática. Tienen propiedades antiarrítmicas similares

a otros fármacos como la quinidina; no obstante prolongan la

conducción cardíaca y por ese mecanismo aumentan el riesgo

de bloqueo cardíaco completo. Asimismo prolongan el intervalo

QTc, lo que puede producir arritmias potencialmente fatales.

Son de especial cuidado los pacientes con QTc prolongado, lo

que puede ser una condición familiar que se agrava con algunos

fármacos. Actualmente se considera que los inhibidores selec-

tivos de la recaptura de serotonina (ISRS) son los fármacos más

seguros en pacientes con enfermedad cardíaca, en especial

el escitalopram y la sertralina (12,13). Antidepresivos como el

bupropion y la venlafaxina pueden producir hipertensión arte-

rial (11). Cabe señalar que la

U.S. Food and Drug Administration

ha advertido sobre el riesgo de prolongación del QT y de arrit-

mias cardíacas por el empleo de citalopram en dosis sobre 40

mgs. Asimismo advierte que en los mayores de 60 años, la dosis

máxima no debe sobrepasar los 20 mgs. diarios. Por su parte la

Medicines and Healthcare Products Regulatory Agency

en el Reino

Unido ha hecho una recomendación similar respecto al escita-

lopram, señalando que no se deben emplear más de 10 mgs.

diarios en las personas mayores.

Los antipsicóticos pueden prolongar el QTc, siendo de mayor

riesgo la tioridazina, la ziprasidona y la pimozida (14). En

general, el problema se produce cuando se suman factores

de riesgo como hipokalemia, hipomagnesemia, consumo

crónico de alcohol, anorexia nerviosa, etcétera. En ausencia

de tales factores el riesgo de los antipsicóticos es bajo (15).

Por su parte la clozapina y la olanzapina tienen el riesgo de

producir importante aumento de peso. Aunque el halope-

ridol puede prolongar el intervalo QTc, la magnitud de este

efecto es menor que con otros antipsicóticos, por lo que suele

emplearse con más frecuencia (3).

Los estabilizadores del ánimo tales como el valproato, la carba-

mazepina y lalamotrigina no se asocian a efectos adversos

cardiovasculares (11). En cambio el empleo del litio se ve difi-

cultado por el empleo de antidiuréticos y por la restricción

en el consumo de sal, lo que aumenta el riesgo de toxicidad.

Las benzodiacepinas y la buspirona están libres de efectos

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 830-834]