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2.
Las crisis que provocan la pérdida de la autoestima, expe-
riencia de rechazo y separación son: la pérdida del empleo,
divorcio, relación amorosa desdichada, un revés financiero, la
vejez entre otras.
3.
Los problemas médicos y quirúrgicos, que llevan el temor
a la muerte, la invalidez y a la desfiguración. La hospitaliza-
ción, por ende, también podría involucrar una crisis de la
autoestima: “repentinamente se es una unidad que va a ser
trasladada, volteada, inyectada, expuesta y a veces tratada
insensiblemente como para suscitar una intensa ansiedad,
gran enojo o depresión” (1).
Respecto de pacientes hospitalizados, la experiencia crítica
puede involucrar circunstancias diversas y de diferente
complejidad: Están aquellos que pueden padecer enferme-
dades que implican hospitalizaciones prolongadas, con un
riesgo moderado para su vida; aquellos que padecen enfer-
medades que implican gran amenaza a la vida; los que han
sufrido accidentes graves traumáticos, aquellos que son
amputados o trasplantados. Las crisis se expresan de acuerdo
al impacto emocional que una experiencia implica y puede
estar condicionada de modo proporcionalmente distinto, para
cada persona. Tomando en cuenta por un lado, el impacto del
evento estresor y por otro lado, la tensión interna que puede
ser manejada o no por los mecanismos de defensa habituales
que una persona ha utilizado durante su vida. Para comprender
la reacción emocional desencadenada, a la vez es necesario
contextualizarla de acuerdo a la biografía de cada persona.
Esta contextualización le brinda al paciente la búsqueda de
un sentido a lo que está sucediendo, que frecuentemente se
relaciona con un significado ligado a la historia de vida. Esta
interpretación, que puede ser consciente o inconsciente,
marcará el sello personal con el cual los procedimientos, la
enfermedad, accidente o intervención serán significativos
emocionalmente. De este significado podrá, por ejemplo,
nacer una actitud de esperanza, desesperanza, miedo, coraje,
un exceso de vulnerabilidad que movilice muchas veces a la
ansiedad, en otras ocasiones a la culpa, rabia u otras reac-
ciones.
Las situaciones de crisis pueden desencadenar desde un
impacto emocional moderado hasta configurarse en algunas
ocasiones, como eventos traumáticos cuando sobrepasan las
capacidades del individuo para contener emocionalmente la
experiencia. Involucran un aumento en la vivencia de vulne-
rabilidad y pueden movilizar necesidades de dependencia
mayores a las existentes previo a la crisis. Estamos conside-
rando a personas que están pasando por situaciones anor-
males asociadas a la ruptura de la continuidad de la vida
cotidiana y el sentimiento de seguridad que implica. Las
intervenciones psicoterapéuticas en situaciones de crisis
pueden potenciar la movilización de modos de enfrenta-
miento nuevos que impliquen un crecimiento de la persona y
el desarrollo de un equilibrio, incluso en ocasiones, mejor del
precedente.
Los procedimientos médicos normales imponen al paciente
una posición pasiva en tanto debe aceptar someterse a expe-
riencias como ser inyectado, manipulado, lavado u otras más
invasivas aún. La vivencia de autonomía y del cuerpo propio
pueden verse comprometidos, si se conjuga con experiencias
previas que pueden tomar significados emocionales diversos.
Entonces, ¿Cuánta vulnerabilidad y dependencia se movili-
zará? Depende por un lado, de factores internos, es decir rela-
cionados con la personalidad y biografía y por otro de factores
externos asociados a la naturaleza de la causa de hospitaliza-
ción y su gravedad.
El sentido de sí mismo, yo, o sentido de identidad se construye
durante la vida y posee un aspecto más consciente y otro más
inconsciente ligado, entre otros, a los mecanismos de defensa
que se utilizan. Además, el Yo, como Freud lo plantea, es en el
inicio un Yo corporal (2). Esto es de gran importancia, puesto
que las situaciones de crisis en pacientes hospitalizados están
referidas a situaciones que en menor o mayor medida pueden
comprometer el funcionamiento corporal, y por ende pueden
potencialmente también, comprometer el sentido de iden-
tidad de una persona. Ejemplo de ello es una amputación, un
trasplante, la invalidez u otro.
Las cirugías frecuentemente involucran sentimientos de
desamparo: anestesia, “meter cuchillo”, invasión del cuerpo;
temor hacia el cirujano o a la mutilación. Las variables que
están involucradas son diversas y de importancia también
distinta para cada persona, entre ellas qué órgano está afec-
tado y cuánto sentido de identidad se ve comprometido
con él. En el caso de enfermedad, se deberá comprender el
significado simbólico con que cada paciente la connota y su
relación con ella. Con frecuencia el órgano enfermo se puede
experimentar como algo diferente del sí mismo con el cuál
se podrá establecer una relación maternal, de rechazo u otra.
Es relevante también tomar en cuenta la identificación con
personas conocidas que padecieron la enfermedad como
factor a evaluar en el significado emocional que toma la expe-
riencia.
Las reacciones se pueden evaluar como adaptativas o no,
tomando como referencia la proporcionalidad entre reacción
y evento, así como la duración de la reacción.
Por ejemplo, si se moviliza demasiada angustia y vivencias
depresivas que se mantienen en el tiempo más allá de la situa-
ción crítica o existe una ausencia de reacción sostenida en el
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 835-840]