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Como hemos visto, en los últimos años han surgido impor-

tantes avances en aspectos neurobiológicos y de imágenes

del dolor y ha resultado evidente que representan sólo una

parte del fenómeno doloroso.

En la actualidad, existe una gran cantidad de evidencia que

demuestra la relevancia de los factores psicológicos y sociales

en la perpetuación del dolor, así como también se ha visto

una mayor eficacia de los tratamientos multidisciplinarios,

comparados con tratamientos médicos convencionales (45).

Las respuestas características frente al dolor crónico son

miedo, desesperación y desesperanza. El manejo cognitivo

conductual es fundamental y está validado en múltiples pato-

logías con dolor persistente.

Actualmente se acepta que, prácticamente en todos los

pacientes con dolor, existen tanto factores orgánicos, como

psicológicos y socioculturales. Este reconocimiento resulta

especialmente decisivo en la comprensión y manejo del dolor

crónico, lo que hace fundamental la consideración de los

aspectos psiquiátricos.

Ya en 1945, Bonica concibió la noción de que “los complejos

problemas de dolor pueden ser tratados más efectivamente

por un equipo multidisciplinario, donde cada miembro contri-

buirá con los conocimientos y habilidades de su especialidad,

al propósito común de realizar un diagnóstico correcto y desa-

rrollar la estrategia terapéutica más efectiva; cada individuo

aprende de los otros miembros del equipo y sus límites terri-

toriales se hacen menos definidos, comenzando entonces a

ser realmente especialistas en el manejo del dolor (algólogos),

de modo que su quehacer se extiende más allá del campo de

sus disciplinas básicas” (43).

El psiquiatra puede ser un importante puente de unión entre

los médicos especialistas y la labor de los profesionales del

campo psicosocial, como psicólogos o trabajadores sociales,

ya que los pacientes, no pocas veces, tienen problemas fami-

liares, incapacidades, pérdidas laborales, depresión, ansiedad,

trastornos del sueño y rasgos de personalidad anormales.

En los distintos programas acreditados de centros multi-

disciplinarios de dolor, la tasa de reversión del síndrome de

dolor crónico oscila entre el 50 y 60%, por lo que la relación

favorable costo-efectividad, aconseja este abordaje terapéu-

tico como elección útil en los síndromes de dolor crónico,

asociado a discapacidad.

Según la IASP se ha estimado que por cada 1.5-2 millones de

habitantes, sería adecuada la existencia de centros multidis-

ciplinarios para el manejo del dolor crónico, idealmente con

actividad asistencial, docente y de investigación (44).

VI. EVALUACIÓN ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y

PSIQUIÁTRICOS

Las evaluaciones psiquiátrica y psicológica son fundamen-

tales antes de establecer la estrategia terapéutica del equipo.

Dado que la situación de dolor es un estresor permanente, el

paciente que lo padece se relacionará con el equipo en una

dinámica muy demandante emocionalmente. Aquí se mani-

festarán sus rasgos de personalidad, sus modelos relacionales

y la manera en que afronta la realidad.

El equipo tratante debe estar al tanto de estas características

del paciente, de modo tal, que pueda empatizar con él, o

ella, y no proyectar en la relación terapéutica conflictos no

resueltos, tanto individuales como grupales.

La evaluación se realiza mediante entrevistas clínicas y la aplica-

ción de cuestionarios específicos, con los que se trabaja el dolor.

Aspectos psiquiátricos

En primer lugar, es necesario evaluar la presencia de síntomas

psiquiátricos, especialmente depresivos y ansiosos que, como ya

vimos, con frecuencia están presentes en la población general,

y mientras no sean tratados, no se puede avanzar con el manejo

del dolor propiamente tal. Es importante conocer la calidad y

horas de sueño, los hábitos de alimentación, funcionamiento

cognitivo y si el paciente realiza algún tipo de actividad física.

Aspectos psicológicos

Por otra parte, la evaluación psicológica va dirigida a evaluar el

funcionamiento psicológico del paciente; sus mecanismos de

defensa, de afrontamiento del dolor, capacidad de tolerancia

a la frustración, sus dinámicas relacionales, la existencia de

eventos traumáticos, entre otros y las expectativas que tiene

en relación al tratamiento.

Es importante identificar los recursos, tanto adaptativos como

desadaptativos, con que cuenta el paciente, los que además

serán trabajados en la psicoterapia.

Estas evaluaciones están sistematizadas y si bien cada equipo

trabaja con distintos modelos, todos abarcan los mismos ámbitos.

El modelo utilizado por nosotros es el que describiremos a

continuación, de manera muy resumida y puntualizando los

aspectos que nos parecen más relevantes para nuestro trabajo.

A. Síntomas clínicos

Ansiedad/depresión

Mala autoestima y pobre percepción de sí mismo

Alteraciones del sueño, del apetito, de la líbido

Pérdida de la propositividad vital, del sentido de vida

Juicio de realidad alterado

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 866-873]