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Introducción

Durante el período perinatal, el paciente portador de una

enfermedad rara requiere, tanto para su diagnóstico como para

su manejo de un enfoque multidisciplinario que además del

obstetra, involucra a genetistas, radiólogos, cirujanos infan-

tiles, pediatras neonatólogos y psicólogos, entre otros. Sin este

enfoque, el diagnóstico, manejo y consejo se hace extremada-

mente difícil y más aún, deficiente. La evaluación prenatal es la

primera aproximación a un defecto fetal. Es en esta etapa en la

que se aproxima el diagnóstico y etiología más probable de la

enfermedad, junto con trazar un plan de seguimiento y modo

de nacimiento. Si bien la mayoría de los defectos no tiene un

tratamiento prenatal, el preparar al equipo médico para recibir

a un neonato con problemas es de los elementos que mejoran

la condición postnatal y facilitan los cuidados futuros. Desde

el punto de vista parental, el condicionar a los padres entre-

gando las herramientas para entender la enfermedad y acon-

sejar desde el punto de vista humano y médico facilita la tarea

del equipo.

Parte de la tarea diagnóstica involucra estudio imagenoló-

gico como ultrasonografía y resonancia nuclear magnética.

Es en esta área donde el trabajo en equipo entre obstetra

y radiólogo cobra importancia para llegar a un diagnóstico

común.

El estudio cromosómico involucra muestra de tejido, ya sea

biopsia corial, líquido amniótico o sangre fetal. Hasta hace

poco, el

gold standard

era el cariograma capaz de evidenciar

defectos estructurales mayores de los cromosomas como triso-

mías, deleciones, duplicaciones y traslocaciones. En los últimos

años, avances tecnológicos han permitido mediante técnica de

micro-array detectar microdeleciones o pequeños variantes

del cariograma, responsables de síndromes genéticos raros o

por reconocer en el futuro. Esto último ha ampliado nuestras

capacidades diagnósticas, pero también las incógnitas sobre

la traducción clínica de las múltiples variantes del cariograma

humano. Aquí cumple un rol esencial el médico genetista, capaz

de orientar al equipo médico acerca de la indicación de estudio

pre o postnatal y las posibles consecuencias del resultado de

estudio genético.

Con toda esta información en conjunto con neonatología

se decide la vía de parto, edad gestacional de nacimiento y

complejidad de cama de recién nacido. Todo para lograr la

menor morbimortalidad perinatal.

I.- Diagnóstico prenatal con ultrasonografía

El diagnóstico prenatal se basa en la ultrasonografía. Es la

primera aproximación al diagnóstico y sospecha de defectos

fetales.

a) Evaluación a las 11 - 14 semanas.

Esta ecografía, también

llamada “

Screening

de Primer Trimestre” se realiza entre las

11/0 semanas y 14/0 semanas, fecha en que el feto mide

entre 45 y 85 mm de longitud céfalo nalgas (LCN). En ésta,

se evalúa la anatomía fetal y marcadores de defectos cromo-

sómicos como son la traslucencia nucal (TN), hueso nasal (HN),

presencia de reflujo en la válvula tricúspide (RT) y flujo del

ductus venoso (DV).

Excluyendo el examen del corazón fetal, la probabilidad de

realizar una adecuada evaluación anatómica a esta edad gesta-

cional es de un 96% (1).

En la mayoría de los estudios realizados entre las 11-14

semanas en población de alto y bajo riesgo con el objetivo

de determinar la factibilidad de detectar malformaciones en

primer trimestre, la prevalencia de una malformación mayor

fue de un 0.6% (1.0-2.8). La detección de defectos mayores

fue en promedio de un 52%, con un intervalo desde 18% hasta

un 83% de detección (2-5).

La traslucencia nucal se refiere a la imagen traslucida en la

región posterior al cuello fetal que se encuentra entre la piel

y la base del cráneo. Si la medida de ésta se encuentra sobre

el percentil 95 para la edad gestacional (mayor a 3,5 mm),

los riesgos de defectos anatómicos y cromosómicos son

mayores.

La sensibilidad para la detección de defectos cromosómicos

varía entre un 70-90%, dependiendo de la experiencia del

operador, marcadores de defectos cromosómicos evaluados y

uso de bioquímica materna (PAPP-A, fracción libre de BhCG).

La mejor sensibilidad se da para el tamizaje de Síndrome de

Down, que se presenta en 1 de cada 450 embarazos y es algo

menos para la trisomía 18 (Síndrome de Edwars, 1 en 4.500),

trisomía 13 (Síndrome de Patau, 1 en 5.000) y monosomía X

(Síndrome de Turner, 1 en 3.000).

En base a un modelo de riesgos relativos que combina la edad

materna y la presencia o ausencia de marcadores de defectos

cromosómicos, se puede expresar este riesgo en un valor numé-

rico que va de 1 en 2 (50% de probabilidad) a 1 en 20.0000. Es

con esta información que se discute con los padres la opción de

confirmación de defectos cromosómicos.

b) Ecográfica a las 20 – 24 semanas.

También llamada

ecografía morfológica. Este estudio es el de elección para el

diagnóstico de las malformaciones fetales y anexos ovulares

(cordón y placenta). Aun cuando la sensibilidad para la detección

de defectos anatómicos en diversos estudios no supera el 50%,

la detección de anomalías en unidades especializadas y personal

calificado varía desde un 80 a 90% (6).

[Diagnóstico prenatal y manejo perinatal en enfermedades raras - Dr. Gustavo Renconret P. y cols.]