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En un servicio de radiología se evaluaron 24.039 tomogra-

fías y resonancias, encontrando quistes pancreáticos en 290

(1,2%), mientras que paralelo a esto, en otro estudio en 300

autopsias se encontraron en 73 (24,3 %). La prevalencia

aumenta con la edad (15, 16).

Los quistes se clasifican en neoplásicos y no neoplásicos, siendo

estos últimos los más frecuentes (80%) (17, 18). Sin embargo,

en los últimos tiempos gracias a las nuevas tecnologías y el

mayor estudio de los mismos, este porcentaje ha cambiado,

aumentando la frecuencia de quistes neoplásicos, los cuales

se dividen en mucinosos y no mucinosos (se ha relacionado la

producción de mucina con la aparición de cáncer) (38).

Dentro de los quistes no neoplásicos el más importante es el

seudoquiste

. Estos generalmente se deben a un cuadro de

pancreatitis aguda o crónica. Son, según la clasificación de

Atlanta, una de las complicaciones de esta enfermedad. Se llaman

seudoquistes, porque no son verdaderos quistes: no tienen una

pared verdadera. Se delimitan por los órganos vecinos y la unión

de estos órganos es la que conforma los límites del quiste, siendo

la fuente misma el páncreas (19-21). Su formación es debida a

una colección de líquidos, que se genera la mayoría de las veces

por ruptura de un canalículo del páncreas y se dice que existe

cuando en la evolución de la enfermedad de origen lleva más de

seis semanas. Se inicia como una colección de líquidos dentro

del páncreas, la cual no se absorbe y persiste en el tiempo. La

mayoría de los casos por fortuna son leves: existe la colección,

pero no está infectada, ni tiene necrosis. Pero en casos severos la

colección puede infectarse, tener membranas y necrosis y todo

esto lleva al paciente a empeorar su cuadro clínico.

No todo lo que parece seudoquiste lo es. Para esto es impor-

tante la existencia del antecedente de pancreatitis aguda o

crónica. Si tenemos una pancreatitis de novo y las imágenes

muestran un quiste, podemos pensar que la pancreatitis se

debe a este y debe descartarse una neoplasia. Así mismo

cuando en el contenido del quiste se ve componente sólido,

se debe descartar neoplasia (22).

El tamaño de los seudoquistes es variable, pueden oscilar

entre 2 y 20 o más centímetros, lo que desencadenará menor

o mayor sintomatología. El síntoma primordial para decidir

manejo, es el dolor. Si el paciente no tiene síntomas se puede

manejar con observación, siempre y cuando el tamaño no

interfiera con funciones vitales del enfermo (23). La infección

también hace necesario su intervención.

Por tradición se han usado la TAC y/o MRI como los métodos

diagnósticos iniciales. En ellos se ve el quiste, su localización,

se supone el contenido, pero el EUS los supera en sensibilidad

y permite valorar muchos más detalles del mismo. Por medio

de este método puede verse la comunicación del quiste con

el conducto del páncreas, así como con la resonancia con

secretina (MRCP) (22-23).

Hace algunos años, los seudoquistes se manejaban por laparo-

tomía y realización de una cisto -gastrostomía (comunicación

del quiste con el estómago) (22-24). Pero a pesar de ser la

laparoscopia menos invasiva, se dan complicaciones relacio-

nadas en su mayoría con la herida quirúrgica. Con el EUS se

ha revolucionado el diagnóstico y manejo de los

seudoquistes

.

El aporte de la endoscopia digestiva desde antes de inicios de

este siglo, es el drenaje de los seudoquistes mediantes stents

insertados con la ayuda de duodenoscopios o de endoscopios

de visión frontal. El éxito es alto, pero la recurrencia elevada,

porque los stents colocados son de teflón o plástico y diámetro

muy limitado, que según el contenido del quiste pueden o no

ser ocluidos. Mucha parte del éxito en estas técnicas se da por

el tamaño del quiste que al empujar la pared del estómago o

duodeno, se hacen visibles para hacer la incisión, colocar el

stent

y permitir el drenaje sin mucha dificultad (22).

Con el EUS esto ha cambiado ya que sin importar el tamaño del

quiste y su impresión o no sobre la pared gástrica o duodenal, se

pueden ver. Por lo tanto, se pueden puncionar y hacer drenajes

dirigidos (25). Además es importante el hecho de que el EUS

muestra si hay vasos sanguíneos que están entre la pared y el

sitio de drenaje, evitando estos sitios y de esta manera, una de

las complicaciones del procedimiento que es la hemorragia. Por

medio de este método se pueden colocar

stent

de diferentes

tamaños (25). Nuestro grupo realiza el abordaje con EUS de

todos los seudoquistes que son para drenaje. Por medio de este

método seguimos una secuencia que es:

1- EUS diagnóstica: en esta se mide el tamaño del quiste,

se caracteriza su contenido, se determina si hay vasos inter-

puestos entre la pared y el quiste, mide el tamaño de la pared,

siendo importante que éste esté entre 5 y 10 mm (pared apta

para drenaje).

2- Se decide drenar, se activa del EUS el vector de drenaje que

permite dirigir la aguja y punciona el quiste.

3- La punción se hace con una aguja 19G. Esta permite pasar

así una guía hidrófilica dentro del quiste. Esta maniobra abre

el espacio para poder introducir diferentes aditamentos

técnicos por medio de la guía.

4- En esta técnica se han usado cistotomos (Instrumento que

va por la guía y tiene una oliva metálica que trasmite energía

y corte por medio de la unidad electro quirúrgica), o papi-

lótomos de punta que tienen un hilo metálico al final que

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2015; 26(5) 634-648]