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lidad cuando es diagnosticado en pacientes más jóvenes y
el dramático e inexplicable aumento en la incidencia de ADC
durante las últimas décadas, asociado a las muchas variables
que están implicadas, al decidir sobre un beneficio.
• Evidencia a favor de la vigilancia
La vigilancia endoscópica se realiza principalmente para detectar
displasia y cánceres incipientes y asintomáticos. La velocidad a
la que la metaplasia progresa a displasia y cáncer, no está clara.
Existen guías en relación al
screening
en pacientes portadores de
ERGE que poseen más riesgo de desarrollar un EB, además de
la establecida conducta endoscópica en aquellos pacientes con
EB, que involucra la toma de biopsias aleatorias por cuadrantes
cada 1-2 cm., definiendo el seguimiento según los hallazgos de
las biopsias esofágicas obtenidas.
Lamentablemente, las técnicas de muestreo de biopsias endos-
cópicas aleatorias para identificar la displasia, han llevado a la
pérdida de toma de biopsias en zonas de displasia. También es
sabido que en ocasiones cuando se detecta displasia, pueden
pasar desapercibidos focos de cáncer invasivo.
Al evaluar la displasia mediante endoscopia de alta resolución,
se han encontrado que ésta se asocia con alteraciones visibles
de la mucosa, aunque sutiles en la mayoría de los casos. Por
lo tanto, ahora se recomienda que los endoscopistas deben
inspeccionar cuidadosamente el EB y biopsiar cualquier
anomalía visible, además de la obtención de muestras de
biopsias aleatorias.
• Marcadores Moleculares
Se ha propuesto utilizar marcadores moleculares como alter-
nativa a la toma de biopsias al azar para buscar displasia, pero
ninguno de ellos ha sido suficientemente probado para uso
clínico de rutina.
• Técnicas endoscópicas
La vigilancia endoscópica del EB debe incluir una inspección
cuidadosa de epitelio de Barrett con endoscopia de luz blanca
y alta resolución. Las técnicas que se han propuesto para
mejorar la identificación de las áreas displásicas para toma de
biopsias durante la endoscopia incluyen tinción de la mucosa
con colorantes vitales (cromoendoscopia), la ecografía, la
tomografía de coherencia óptica, confocal y la espectroscopía
de reflectancia utilizando absorción, dispersión de ilumina-
ción, fluorescencia e imágenes de banda estrecha. Aunque los
estudios iniciales son prometedores, ninguna de estas técnicas
aún ha demostrado proporcionar suficiente información
clínica adicional (más allá de la de alta resolución, luz blanca
endoscopia) para justificar su aplicación rutinaria con fines de
vigilancia.
3. Tratamiento de la displasia
a) Displasia de bajo grado y EB sin displasia
Las técnicas endoscópicas para la erradicación del EB, inclu-
yendo electrocoagulación multipolar, la terapia fotodinámica
y ablación por radiofrecuencia, también se han aplicado a los
pacientes con DBG o EB sin displasia. Sin embargo, la eficacia de
la ablación endoscópica para la prevención de cáncer en estos
pacientes no se ha establecido. Existen muchas preguntas sin
respuesta sobre la durabilidad del procedimiento de ablación y
la necesidad de vigilancia endoscópica después de la ablación.
Debido a esto, no se recomienda el tratamiento endoscópico de
rutina para pacientes con DBG o con EB sin displasia. Se sugiere
para los pacientes con DBG realizar vigilancia endoscópica a
intervalos de 6 a 12 meses (21). Para pacientes sin displasia y
sin signos endoscópicos de neoplasia se recomienda vigilancia
endoscópica cada tres a cinco años.
b) Tratamiento de la displasia de alto grado (DAG) (Neoplasia
intraepitelial)
Para los pacientes con DAG confirmada en el EB, en general, hay
tres opciones de manejo propuestas:
I. Esofagectomía
II. Terapias de ablación endoscópica
III. Resección mucosa endoscópica
IV. Terapia de Erradicación Endoscópica Multimodal (TEEM)
La Asociación Americana de Gastroenterología (AGA) recomienda
que los pacientes con DAG en EB se sometan a terapia de erra-
dicación endoscópica con ablación por radiofrecuencia, terapia
fotodinámica o resección mucosa endoscópica.
I. Esofagectomía
Consiste en la resección de la lesión premaligna, de la zona
displásica y de los ganglios.
Durante décadas, los pacientes con DAG y ADC han sido tratados
con cirugía que representa el tratamiento definitivo, ya que es la
única terapia que elimina todo el epitelio neoplásico, neoplasia
oculta y los ganglios linfáticos regionales.
El 30-50% de los pacientes sometidos a esofagectomía desa-
rrollan al menos una complicación postoperatoria grave como
neumonía, arritmia, infarto, insuficiencia cardíaca, infección de
herida operatoria y filtración de la anastomosis. La esofagec-
tomía se asocia frecuentemente con problemas a largo plazo,
tales como disfagia, pérdida de peso, reflujo gastroesofágico
y dumping. Técnicas mínimamente invasivas están asociados
con tasas de morbilidad y mortalidad postoperatorias similares,
pero con una disminución de la hemorragia, dolor postopera-
torio y el tiempo de hospitalización en una unidad de cuidados
intensivos. Su papel en el tratamiento del EB con DAG sigue
siendo definido, pudiendo ser una opción en centros con
[ESÓFAGO DE BARRETT: REVISIÓN DE LA LITERATURA - Dra. M. Antonieta Ramírez R. y col.]