176
veces por semana y en el estudio Da Qing se comparó con una
intervención dietaria, obteniendo un 46% vs 31% de reducción
de riesgo para desarrollo de la enfermedad (21).
Finalmente, el impacto sobre parámetros metabólicos es
mayor que el esperado para la pérdida de peso, por lo que
en individuos de peso normal es la medida más eficaz para
la corrección de RI. Similar situación ocurre en los casos de
aumento significativo de peso o grasa corporal dentro de
rangos de IMC normal, donde puede ser más efectiva que la
restricción calórica.
2. Recomendaciones generales
Previo a una indicación de actividad física, debe evaluarse la
capacidad funcional, la condición física y descartar patología
cardiovascular en individuos de riesgo. Esto es fundamental
para que el trabajo indicado sea adecuado, cumpla el objetivo
terapéutico y no se presenten complicaciones.
En general:
a.
Deben practicarse 150 minutos de actividad física aeróbica
moderada, como caminata enérgica, trote liviano, ciclismo
recreativo, o equivalente.
b.
En lo posible debe asociarse a ejercicio anaeróbico. Este
puede ser implementado en 2 a 3 sesiones semanales de corta
duración con sets de 8 a 10 repeticiones con una intensidad
mayor del 60% de 1-RM (que corresponde a la máxima carga que
puede ser levantada de una vez a través de un rango completo
del movimiento). Esta práctica permite una mejor relación masa
grasa/magra, con conservación del último compartimento.
c.
Existen otras alternativas de mayor intensidad, tales como
el ejercicio interválico (por ejemplo, carreras y pausas de
recuperación por 20 minutos) y de sobrecarga (por ejemplo,
5 ejercicios diferentes de sobrecarga durante 1 minuto, 3
veces por sesión). Se realiza 2 veces por semana. Su utilidad
radica en el poco tiempo requerido y sus efectos en factores
de riesgo cardiovascular. En mujeres prediabéticas con exceso
de peso, un estudio nacional demostró mejoría significativa
de la capacidad funcional, glicemia, insulinemia y HOMA-IR,
pese a no observarse pérdida significativa de peso (22).
Fármacos insulinosensibilizantes
Finalmente discutiremos brevemente el uso de fármacos para RI.
Los insulinosensibilizantes disponibles son metformina y las
tiazolidinedionas (o glitazonas).
La metformina aumenta los niveles de AMPK (
AMP-activated
protein kinase
) lo que conduce a la traslocación del
transportador GLUT-4, aumentando la captación muscular
de glucosa. Además disminuye la producción hepática de la
misma y disminuye algunos de los parámetros proinflamatorios
alterados en RI. Se asocia a baja de peso solo en pacientes
con DM 2 y prediabetes. Su principal reacción adversa es la
intolerancia digestiva y está contraindicada si el clearence de
creatinina es
<
30 ml/min.
Las glitazonas (rosiglitazona y pioglitazona) son agonistas de los
receptores nucleares PPAR-gamma y promueven la expresión
de diversos genes involucrados en el metabolismo de la
glucosa y de lípidos. De esta forma favorecen la maduración
del adipocito, disminuyendo los viscerales y aumentado los
periféricos, lo que conlleva una disminución de ácidos grasos
Demostrados:
- Prevención de DM 2 en prediabéticos
- En SOP reduce los niveles de andrógenos, aumenta el
número de embarazos y disminuye el riesgo de OHSS
- Mejoría en objetivos intermedios como glicemia, lípidos
sanguíneos, niveles de transaminasas y parámetros
inflamatorios
Controversial:
- En SOP, disminución de aborto espontáneo temprano y
restauración de ciclicidad ovárica
No demostrado:
- Mejoría en trastornos cutáneos asociados a
hiperandrogenismo como hirsutismo o acné
- Mejoría de
acantosis nigricans
- Baja de peso en normoglicémicos
- Prevención eventos cardiovasculares en no diabéticos
- Prevención de DM diferentes a la tipo 2
- Mejoría de histología hepática en EHGNA
Tabla 3. Beneficios clínicos de metformina en RI
(para no diabéticos)
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(2) 171-178]