Previous Page  30 / 144 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 30 / 144 Next Page
Page Background

310

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2016; 27(3) 309-318]

ha incrementado notablemente, tal como se refleja en la

última década por el número creciente de publicaciones en

el tema. Este interés ha sido en gran parte generado por los

avances en neuroimágenes y biomarcadores, el desarrollo

de nuevas técnicas de análisis neuropatológico y no menos

importante, una mejor caracterización clínica y emergencia

de nuevos modelos neurocognitivos. Sin embargo, la plétora

de información ha traído consigo cierta confusión entre

investigadores y clínicos, en parte fomentada por el uso de

múltiple terminologías y definiciones para referirse a una

misma entidad y sobre todo, por el intento de conciliar

información clínica con la proveniente de los estudios

neuropatológicos. En este último ámbito, el descubrimiento

de casos con enfermedad de Alzheimer (EA) que se presentan

clínicamente con una variante frontal-conductual o, en otros

casos, afásica, ha sido uno de los desafíos emergentes en el

estudio de las demencias. Como respuesta a estos desafíos,

investigadores clínicos de diversos centros internacionales

han propuesto nuevos criterios para diagnosticar y clasificar

este grupo de condiciones. Estos criterios buscan sentar una

terminología en común, que trascienda diferencias locales,

y que provean una base para rotular casos y compartir

información clínica. Dada la relativa ausencia de información

en nuestro medio, esta revisión expone el estado del arte en

el diagnóstico de demencia frontotemporal desde el punto

eminentemente clínico. En la primera parte, discutiremos

brevemente la evolución conceptual de este grupo de

demencias, lo cual es relevante para entender cómo surgen

los criterios diagnósticos actuales, y luego nos referiremos

a los criterios para las variantes conductuales y afásicas de

demencia frontotemporal.

Reseña histórica

El estudio contemporáneo de las demencias se remonta hace

más de un siglo atrás cuando se establecieron las primeras

asociaciones clínico-patológicas. La descripción detallada de

cambios conductuales y cognitivos, junto con el desarrollo de

nuevas tinciones histológicas permitió relacionar síndromes

demenciales con cambios histopatológicos específicos.

De este modo, Arnold Pick describió una serie de casos

que presentaban cambios de personalidad y alteraciones

conductuales acompañadas con un deterioro del lenguaje

o afasia, y aún más relevante, atrofia cerebral focalizada

en la parte anterior de los lóbulos temporales y frontales

(2). Esta descripción contrastaba, sin embargo, con la idea

predominante en esa época que sostenía que las demencias

eran causadas por una atrofia cerebral difusa. Durante la

primera mitad del siglo pasado, sucesivas series clínico

patológicas (3-5) no solamente confirmaron la existencia

de ‘demencias focales’ sino que también demostraron que

ellas tenían cambios histopatológicos inespecíficos que

ciertamente diferían de los descritos previamente por Alois

Alzheimer (6). En esas series, sin embargo, se hizo hincapié a

los cambios de personalidad y desajustes sociales, mientras

que los déficits en otros dominios cognitivos, en particular

lenguaje, no fueron considerados tan relevantes.

Durante y después de la segunda guerra mundial hubo un

cierto abandono en el tema, hasta que su interés resurgió en

la década de los ochentas con el advenimiento de las técnicas

modernas de neuroimágenes. Estos avances posibilitó la

identificación síndromes cognitivos progresivos que de

otra manera hubiesen sido atribuidos accidentes vasculares

u otras patologías cerebrales focales (Marsel Mesulam,

comunicación personal). Es así como Mesulam presentó una

serie de seis casos clínicos que presentaban afasia progresiva

asociada a atrofia inespecífica de las regiones peri-Silvianas

izquierdas sentando de este modo las bases para proponer

una definición, aún ampliamente aceptada, de

afasia

progresiva primaria (APP).

Afasia progresiva primaria

engloba a un grupo de procesos neurodegenerativos que

causan un deterioro insidioso del lenguaje, pero con relativo

respeto de otros dominios cognitivos. Mesulam estableció un

periodo empírico de al menos dos años de evolución para así

descartar otras etiologías como enfermedades por priones

(7).

Los avances en patología molecular, por otra parte,

demostraron la existencia de numerosos marcadores

moleculares específicos que diferían de los cambios

histopatológicos propios de la enfermedad de Alzheimer y

causaban atrofia en la parte anterior de los lóbulos temporales

y frontales. A este grupo de condiciones se les denominó

colectivamente

degeneración lobar frontotemporal,

y

se asociaron a diversos síndromes neurocognitivos. De paso,

esta denominación aún causa confusión, ya que aunque

es ampliamente usada por patólogos, en círculos clínicos

es más habitual referirse simplemente como demencia

frontotemporal. De cualquier modo, las correlaciones clínica

patológicas modernas, evocando las primeras descripciones,

no solamente enfatizaron cambios conductuales en estos

pacientes, sino que también demostraron la relevancia de la

presencia de signos frontal y disfunción executiva propias de

lesiones pre-frontales.

Esto motivó la primera formalización de criterios clínico-

patológicas (8) los cuales se basaron en el reporte retrospectivo

de casos con confirmación patológica. Sin embargo, también

fue evidente que hasta la mitad de los pacientes presentaban

alteraciones del lenguaje, muchos de los cuales coincidían con

el perfil neuropsicológico previamente descrito por Elizabeth

Warrington (9). Estos pacientes, aunque mostraban un lenguaje

fluido, presentaban defectos notorios en la comprensión de