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INTRODUCCIÓN

Las metástasis cerebrales son los tumores cerebrales más

frecuentes, correspondiendo cerca del 90% del total de

éstos. Se estima que entre el 10 y 40% de los pacientes con

cáncer presenta metástasis cerebrales (1), su incidencia va en

aumento dada la mayor sobrevida media de los pacientes con

las terapias actuales.

CÁNCER PRIMARIO

Si bien casi cualquier tumor puede potencialmente causar

metástasis cerebrales, el cáncer pulmonar el tumor primario

más frecuente 39-56% del total de los casos, de los cuales

la mayoría son cáncer pulmonar de células no pequeñas,

NSCLC), seguido por mama (13-19%), melanoma (6-11%),

tumores del tracto gastrointestinal (6-9%), renal (2-6%) y

otro/desconocido (4-12%) (1-3). Estos porcentajes coinciden

con lo publicado a nivel nacional (4). Entre el 60 y 80% de los

pacientes que presentan una metástasis cerebral tendrán al

diagnóstico otra metástasis sistémica sincrónica.

FISIOPATOLOGÍA

Las metástasis cerebrales ocurren en su gran mayoría por

diseminación hematógena, siendo la invasión por contigüidad

menos común. Es interesante observar que la distribución de

las metástasis cerebrales es proporcional al flujo sanguíneo

de la zona en cuestión, ubicándose 80% de las lesiones en

cerebro, 15% en el cerebelo y 5% en el tronco cerebral (5).

El primer paso para que pueda ocurrir diseminación hema-

tógena es la invasión de la pared arterial a nivel del tumor

primario, permitiendo de esta forma que algunas células

neoplásicas se desprendan y entren al torrente sanguíneo.

Luego esta célula debe ser capaz de adherirse a la vascula-

tura cerebral; este proceso depende de una serie de media-

dores (6). Una vez adherido a la pared vascular, las células

neoplásicas deben cruzar la barrera hematoencefálica, la cual

está compuesta de un endotelio no fenestrado con uniones

intercelulares de oclusión (

tight junctions

), que recubre la

microvasculatura del cerebro y limita la entrada de macro-

moléculas y células al parénquima encefálico (7). La barrera

hematoencefálica y la ausencia de un sistema linfático le

confieren al cerebro protección significativa a la entrada de

muchas drogas y microorganismos, pero eventualmente no

es capaz de impedir la entrada de las células neoplásicas (8).

Los mecanismos utilizados por las células neoplásicas para

atravesar la barrera hematoencefálica son motivo de estudio,

pero ya se ha demostrado que existen al menos dos meca-

nismos: atravesando de manera para-celular (entre las células

de la barrera) y trans-celular, causando la muerte directa de

células de la barrera (9). En el caso de la entrada para-celular,

las células neoplásicas deben destruir las uniones de oclusión

existentes entre las células del endotelio; para esto deben

tener la capacidad de expresar proteasas y mediadores infla-

matorios (6,10,11).

Una vez que se ha atravesado la barrera hematoencefálica, las

células neoplásicas pasan a la microvasculatura del cerebro y

desde ahí se extravasan al tejido. La supervivencia y prolife-

ración desde ese momento en adelante es altamente depen-

diente de la capacidad de mantener un adecuado suministro

de oxígeno y nutrientes, lo cual explica que las células neoplá-

sicas se mantienen muy próximas a la vasculatura, prolife-

rando inicialmente a lo largo de las paredes vasculares (12),

lo cual lleva a remodelación y cooptación de la vasculatura

preexistente (13). Este proceso ha sido recientemente estu-

diado en modelos animales de adenocarcinoma pulmonar y

de mama, observando que las células metastásicas cooptan

a los vasos del cerebro mediante la expresión de la proteína

neuroserpina, que bloquea la generación de plasmina, la cual

protege al cerebro de metástasis mediante la promoción de la

apoptosis de las células neoplásicas e inhibe su propagación a

lo largo de la vasculatura (14). También algunos tumores son

capaces de gatillar la formación de nuevos vasos sanguíneos

(angiogénesis) mediada principalmente por VEGF-A, el cual es

expresado de forma constitutiva por algunas células neoplá-

sicas, como por ejemplo las del adenocarcinoma pulmonar.

Es importante notar que, a nivel genómico, las metástasis

pueden tener diferencias significativas con el tumor primario.

Por ejemplo, un reporte reciente de Brastianos et al. (15)

comparando las mutaciones presentes en pacientes con

adenocarcinoma pulmonar y metástasis cerebrales asociadas

muestra que estas son ricas en mutaciones que involucran las

vías de quinasas dependientes de ciclinas y el eje PI3K/AKT/

mTOR. Avances en la genómica tendrán impacto significativo

sobre el desarrollo de nuevas terapias para el manejo de las

metástasis cerebrales.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Cada día es más frecuente que el diagnóstico se establezca

en pacientes en ausencia de síntomas neurológicos, como

hallazgo dentro del estudio de etapificación o diseminación,

mediante el uso de técnicas de imágenes.

En los casos que existen manifestaciones clínicas, éstas

van a depender de la localización, tamaño y edema perile-

sional que generen las metástasis. Aquellas de gran tamaño

y edema generalmente se manifiestan con cefalea como

síntoma principal, debido a la hipertensión endocraneana

que se produce. Algo similar ocurre en los casos donde la

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(3) 437-449]