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mejor localización en el espacio y mejor identificación de

las estructuras comprometidas por el tumor. La RM evalúa

mejor las lesiones de fosa posterior y de la porción inferior

de los lóbulos frontal y temporal.

La espectroscopía por RM del protón, es un estudio suple-

mentario que permite distinguir tumor de otras lesiones.

Algunos estudios de espectroscopía por RM, caracterizando

propiedades tisulares han podido predecir el tipo de tumor

con un 95% de exactitud. Estudios de medicina nuclear

tales como el SPECT (

Single photon emission computed

tomography)

y PET

(Positron emisssion tomography

), son útiles

especialmente en la diferenciación de recurrencia tumoral y

necrosis post irradiación.

Ocasionalmente el estudio angiográfico y la embolización

por vía arterial del tumor son útiles antes de la resección

quirúrgica, para minimizar la hemorragia perioperatoria.

Una RM cráneoespinal con gadolinio es indispensable para

la evaluación de la siembra tumoral (Figura 3). Esto es espe-

cialmente importante en Meduloblastoma, otros tumores

neuroectodérmicos primitivos, tumores de células germi-

nales y gliomas de alto grado o indiferenciados. Este estudio

idealmente debe realizarse al momento del diagnóstico, en

forma preoperatoria, dado que durante el período postope-

ratorio, la presencia de coágulos sanguíneos y restos tisu-

lares pueden simular metástasis.

El rol de la imagenología en la fase postoperatoria y en el

seguimiento, radica en detectar las complicaciones de la

terapia y la presencia de tumor residual o recurrencia. Una

imagen postquirúrgica debería obtenerse inmediatamente

después de la cirugía. Retardar este estudio a más de 72

horas de ella, puede inducir a error debido a que la capta-

ción reactiva del contraste en el sitio operatorio puede

simular tumor residual.

No existe consenso sobre la frecuencia y oportunidad del

estudio de imágenes para la detección de recidivas en

pacientes asintomáticos.

CUADRO CLÍNICO

Las principales estructuras anatómicas de la fosa posterior

son el tronco cerebral, el cerebelo y los pares craneananos.

En consecuencia los síntomas asociados a tumores loca-

lizados en esta región se relacionan a estas estructuras.

De manera de sistematizar podemos agrupar los signos y

síntomas en cuatro categorías principales: (3-10)

1. Síndrome de hipertensión intracraneal

2. Signos neurológicos focales

3. Convulsiones

4. Meningismo

Síndrome de hipertensión intracraneal

Constituye el síndrome más común de presentación en

los niños con tumores de la fosa posterior, siendo el sello

de esta enfermedad. Cualquier proceso expansivo que

obstruya la circulación de LCR producirá hipertensión

intracraneal por aumento del compartimiento de LCR,

incluso sin hallazgos de lateralización (Figura 4).

Existirá cefalea, lejos el signo más frecuente en los tumores

de fosa posterior, que es de comienzo insidioso para luego

hacerse más frecuente e intensa. Puede presentarse en

la mañana al levantarse, o en la madrugada siendo razón

suficiente para despertarlo temprano. En el transcurso

del día la cefalea va disminuyendo y se alivia marcada-

mente después del vómito. Se alivia muy poco con los

analgésicos comunes. Puede extenderse a toda la cabeza

(holocraneana) o, en las etapas iniciales, localizarse en la

región suboccipital-occipital. Se exagera en circunstan-

cias que hacen variar la distribución del LCR, por ejemplo,

tos, estornudos, defecación, cambios bruscos de posición

de la cabeza y del cuerpo. Generalmente, la cefalea dura

semanas o meses previos al diagnóstico.

Asociado a la cefalea existen frecuentemente los vómitos,

los cuales pueden ser intensos e intratables, especialmente

FIGURA 3. SIEMBRA CERVICAL EPENDIMOMA FOSA

POSTERIOR

[TUMORES DE LA FOSA POSTERIOR EN PEDIATRÍA - Dr. Felipe Otayza]