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reacciones adversas clínicamente relevantes son sexo femenino,

ancianos y polifarmacia (34).

La revisión de los efectos colaterales de cada psicofármaco, así

como de los efectos colaterales relacionados con el ámbito

psiquiátrico de fármacos utilizados en otras especialidades

médicas, excede los objetivos de este artículo. Sin embargo,

mencionaremos el síndrome neuroléptico maligno y el síndrome

serotoninérgico por ser urgencias médicas secundarias al uso

de psicofármacos, y constituyen complicaciones que pueden

poner en riesgo la vida. También mencionaremos el síndrome de

discontinuación de fármacos serotoninérgicos, por ser un motivo

de consulta que hemos visto en urgencias.

Un síndrome serotoninérgico grave se ha descrito en relación a

combinación de fármacos que aumentan la actividad serotoninér-

gica, caracterizado por hipertermia, cambios en el estado mental,

inquietud, mioclonias, hiperreflexia, diaforesis o evidencia de

hiperactividad autonómica. Para el manejo se suele indicar moni-

torización y apoyo en una unidad de cuidados intensivos (35). Por

otro lado, la interrupción brusca de un inhibidor selectivo de la

recaptura de serotonina (ISRS) u otro fármaco con acción sero-

toninérgica, puede dar lugar a un síndrome de discontinuación,

con frecuencia y la severidad relacionados con la vida media del

fármaco (frecuentes con paroxetina y venlafaxina, cuyas vidas

medias son más cortas).

El síndrome neuroléptico maligno es una reacción adversa infre-

cuente, pero potencialmente mortal asociada con el uso de

antipsicóticos, especialmente aquellos de primera generación

(también llamados neurolépticos). Se presenta con cambios del

estado mental, inestabilidad autonómica, rigidez e hipertermia.

La elevación de creatina-kinasa, pruebas de función hepática

(lactato deshidrogenasa, aminotransferasa de aspartato) y conteo

de glóbulos blancos, junto con un nivel de hierro sérico bajo,

distingue el síndrome neuroléptico maligno. En estos casos se

puede usar dantroleno como tratamiento basado en la evidencia,

además de un apoyo y monitorización adecuados (36).

SITUACIONES CLÍNICAS ESPECIALES EN URGENCIAS

PSIQUIÁTRICAS

1. Ideación suicida

Aunque la ideación suicida es una urgencia psiquiátrica que con

frecuencia le toca manejar a los profesionales de la salud mental,

en muchas ocasiones se presenta ante el médico de la atención

primaria, del hospital general, o del SU. En

EE.UU

. se estima que

más del 90% de los individuos que completan un suicidio han

consultado a un médico en las semanas o meses previos (37).

El manejo apropiado incluye averiguar sobre los pensamientos

o comportamientos suicidas, realizar una evaluación del riesgo

actual del individuo de inferirse daño de forma inminente, y

crear un plan de tratamiento en colaboración con el paciente y

su red de apoyo. Se deben identificar factores de riesgo inclu-

yendo aquellos potencialmente modificables, identificar factores

protectores y eventualmente potenciarlos, clarificar el nivel

actual de ideación y planificación suicida. A diferencia de algunas

urgencias médicas, no existen actualmente algoritmos confiables

basados en evidencia para evaluar, manejar y prevenir el suicidio.

Aún cuando se han aplicado diversos protocolos a poblaciones de

pacientes de riesgo, el valor predictivo positivo no supera el 11%.

El proceso de manejo en la práctica clínica requiere ser individua-

lizado y colaborativo, en el contexto de una entrevista llevada a

cabo de forma a la vez curiosa, cooperativa y con calma (38).

Los intentos de suicidio previos siguen siendo el mayor predictor

de intentos y de suicidios posteriores. A pesar de que la mayoría

de los individuos que se autoagreden no terminan cometiendo un

suicidio, las autoagresiones repetidas incluso sin intención suicida

son un predictor de suicidio, y están presentes típicamente en

los 12 meses previos al suicidio en personas jóvenes. Existe una

correlación creciente entre ideación y comportamientos suicidas,

especialmente para los pacientes que se presentan en el SU (39).

La ideación suicida se relaciona también con un aumento del

riesgo, especialmente si ésta se ha desarrollado hacia buscar

medios para realizar la acción, si hay aumento en la frecuencia de

hablar sobre la muerte, o si se dan comportamientos de ensayo.

No existe diferencia documentada entre ideación suicida pasiva

o activa respecto al curso ni resultado de un acto suicida, por lo

que ambas deben ser consideradas de peso al momento de la

evaluación (40).

Todos los trastornos psiquiátricos, con la excepción de disca-

pacidad intelectual y de demencias avazadas, están asociadas

con un aumento tanto de ideación e intentos suicidas, como de

suicidios consumados. El uso de sustancias y/o los trastornos por

uso de sustancias, incluyendo medicamentos adictivos, alcohol y

drogas ilícitas, se asocian también con un aumento en el riesgo de

suicidio (41). Adicionalmente, deben considerarse los estresores

psicosociales, especialmente en el contexto de la circunstancia y la

edad de cada paciente. Varias enfermedades médicas, incluyendo

cáncer, accidente cerebrovascular, enfermedad cardiovascular

isquémica, diabetes, enfermedades pulmonares, y enfermedades

de la médula espinal, están asociadas de forma independiente con

el riesgo de suicidio (42).

Así como hay factores de riesgo, la mayoría de los individuos

tienen también factores protectores, tanto modificables como

no modificables, los que deben ser analizados en el contexto

de cada paciente. Para indagar en ellos se puede preguntar

por los motivos para vivir y con quienes cuenta como apoyo en

situaciones difíciles. Se intentará reforzarlos durante períodos

[URGENCIAS PSIQUIÁTRICAS EN EL HOSPITAL GENERAL - Dr. Rodrigo Nieto y cols.]