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del equipo terapéutico y para los pacientes, y costos económicos
adicionales. (54). Por todas estas razones, la agitación es un objetivo
terapéutico en sí mismo, particularmente en el servicio de urgen-
cias. La Federación Mundial de Sociedades de Psiquiatría Biológica
(WFSBP) desarrolló un consenso de expertos sobre las recomenda-
ciones en caso de agitación, que se resumen a continuación.
Cuando no se pueda realizar el diagnóstico específico del origen
de la agitación, se debe considerar que proviene de una condi-
ción médica /orgánica hasta descartarse. La evaluación médica de
rutina en un paciente agitado debe incluir signos vitales, medi-
ción digital de la glicemia, saturometría de oxígeno, y un test
toxicológico (53).
La aproximación inicial debe comenzar siempre con la desesca-
lación verbal, modificaciones ambientales y otras estrategias que
se enfoquen en lograr la colaboración del paciente. Esto es parti-
cularmente válido para los casos de agitación de intensidad leve a
moderada. La contención mecánica debe ser usada sólo como un
último recurso cuando es el único medio disponible para prevenir
un daño inminente. En este caso, se debe monitorear los signos
vitales cada 15 minutos durante la primera hora y cada 30 minutos
durante las cuatro horas siguientes y la contención mecánica debe
ser retirada tan pronto como el paciente sea reevaluado como ya
no peligroso para sí mismo y/o para otros (53).
Respecto al manejo farmacológico, se debe buscar calmar al
paciente sin producir sedación excesiva. Las medicaciones orales,
incluyendo las tabletas de disolución bucal (p. ej., olanzapina), se
deben preferir a aquellas de vía intramuscular en los pacientes
con agitación leve a moderada. En estos casos también se puede
considerar el uso de antipsicóticos de formulación inhalatoria (por
ejemplo, loxapina), especialmente cuando se requiere un inicio
de acción rápido. En caso de agitación severa, se prefiere medica-
ción intramuscular (por ejemplo, haloperidol y lorazepam), consi-
derando tanto el inicio rápido de acción como la confiabilidad de
la administración (53).
De acuerdo al consenso norteamericano para manejo de agita-
ción en urgencias (55), el manejo farmacológico de la agitación
debe estar basado en la evaluación de la causa más probable. Si se
trata de una intoxicación por estimulantes, o de una abstinencia
a benzodiacepinas o alcohol, se preferirán benzodiacepinas. En
cambio, si se trata de una intoxicación por benzodiacepinas o
alcohol, se preferirán antipsicóticos y se evitarán las benzodiace-
pinas, al igual que en el caso de sospecha de otros cuadros de
origen exógeno que se asocien a delirium. En caso de sospecha
de un cuadro de origen endógeno, particularmente en pacientes
con historia psiquiátrica conocida, se preferirán los antipsicóticos,
especialmente de segunda generación, pudiendo asociar benzo-
diacepinas en caso necesario.
CONCLUSIÓN
El conocimiento sobre urgencias psiquiátricas es necesario tanto
para los psiquiatras como para médicos generales, urgenciólogos
y otros especialistas, ya que se pueden presentar en diversos
espacios clínicos, incluyendo el hospital general. Es importante
poder orientar la evaluación hacia un diagnóstico sindromático
que permita distinguir lo endógeno, lo psicógeno y lo exógeno,
para tomar las medidas de manejo más apropiadas.
Adicionalmente, se debe tener claro el abordaje apropiado de un
paciente con ideación suicida (o con un intento suicida reciente),
de un paciente agitado o de un caso de delirium, ya que la
atención de urgencias en estos casos muchas veces ofrece una
ventana única para intervenciones que pueden tener un impacto
significativo en la evolución y el pronóstico.
Los autores declaran no tener conflictos de interés, en relación a este artículo.
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[URGENCIAS PSIQUIÁTRICAS EN EL HOSPITAL GENERAL - Dr. Rodrigo Nieto y cols.]