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tores de la evolución ponderal. Esto plantea que la evaluación
de salud mental previo a la cirugía no debiera estar focalizada
en estas variables, si el fin es utilizarlas como predictores de
buen o mal pronóstico en la pérdida de peso. Las “prácticas de
pérdida de peso” (aquellos que se pesan más frecuentemente,
una vez por semana, pierden 1.7% menos peso que aquellos que
se pesan menos frecuentemente), las conducta de alimentación
(presencia Trastorno por Atracones) no se asoció, en esta pobla-
ción, a la evolución ponderal hasta 3 años posterior a la cirugía y
las expectativas de baja de peso previo a la cirugía (aquellos que
tienen mayores expectativas de una baja de peso, pierden 1.2%
más peso que aquellos pacientes con menores expectativas)
se asociaron modestamente o nada con la evolución ponderal
posterior a la cirugía.
En suma, se identificaron en este estudio pocas variables
prequirúrgicas y de un efecto de baja magnitud, que pueden
llegar a ser útiles como factores predictores del éxito o fracaso
de la cirugía bariátrica. Sólo quizás la combinación de muchas
de estas variables, en un individuo particular, pueda dar
cuenta de la evolución ponderal. Por ejemplo, un afroameri-
cano, fumador, con diabetes que se somete a una RYGB podría
estar expuesto a una peor evolución ponderal.
¿Explican las variables postoperatorias las grandes varia-
ciones en la pérdida de peso en los pacientes bariátricos?
El segundo estudio psicosocial
LABS-3:
“Psychiatric
Disorders and Weight Change in a Prospective Study of
Bariatric Surgery Patients: A 3-year Follow-up”
publicado
el 2016 (21) se realizó en 165 (83%) de los 199 participantes
del primer estudio psicosocial LABS-3 y determinó que los
pacientes que presentaron un trastorno de alimentación
posterior a la cirugía tuvieron un 7% de menor pérdida de peso.
Esta observación es consistente con muchos estudios que
han destacado la asociación entre trastornos de alimentación
postquirúrgicos y pérdida de peso subóptimas (25).
Luego en el estudio
LABS-3:
“Eating Pathology, Experience,
and Weight Loss in a Prospective Study of Bariatric
Surgery Patients: 3-Year Follow-up
” (26) publicado el
2016 en 183 pacientes confirmó la asociación entre una
evolución ponderal deficiente a la presencia de patología
alimentaria postquirúrgica
(Loss Of Control
(LOC) alimentario y
EDE con puntaje global elevado) y también a la presencia de
intensidad elevada de hambre postquirúrgica.
Finalmente, el estudio
LABS-2: “
Postoperative Behavioral
Variables and Weight Change 3 Years after Bariatric
Surgery
”
publicado el 2016 (27) en una muestra de 2022
pacientes (1513 RYGB y 509 LAGB). Determinó que para los
pacientes operados de RYGB el promedio del “porcentaje de
peso perdido” fue de 31.5% (IQR,24.6%-38.4) y el promedio
de kilos perdidos fue 40kg (IQR, 31-52kg). Para los pacientes
operados LAGB el promedio del “porcentaje de peso
perdido” fue de 16% (IQR, 8.1%-23.1%; y el promedio de
kilos perdidos fue 20kg (IQR, 10-29). El estudio demostró
que las personas que hicieron cambios en las conductas
relacionados con la alimentación posterior a la cirugía (auto
pesarse semanalmente, contabilizar los gramos de grasa,
consumir una dieta muy baja en calorías, interrumpir el
snack entre comidas, dejar de tener LOC alimentario, iniciar
el hábito de tomar desayuno regularmente, iniciar el hábito
de tomar desayuno, almorzar y comer en la noche, parar de
comer cuando se siente saciado, comer sin hambre y dejar
de comer continuamente durante el día), tenían una mejor
evolución ponderal. Y que sumar estos cambios conductuales
potenció una mayor baja de peso, es decir que la suma de
estos cambios tuvo un efecto acumulativo. Específicamente,
se determinó que el efecto aditivo de los tres cambios
conductuales más importantes, de aquellos que dan mayor
cuenta de la variabilidad en la baja de peso, (auto pesarse
semanalmente; parar de comer cuando se siente saciado y
parar de comer continuamente durante el día), predijo una baja
de 38% respecto al peso inicial, a diferencia de los pacientes
que no realizaron estos cambios que bajaron tan solo un 24%.
Estos resultados evidenciaron que las variables conductuales
postoperatorias mencionadas influyen marcadamente en la
cantidad de peso perdido (27).
¿Qué impacto real tiene la actividad física posterior a la cirugía
en la evolución ponderal de los pacientes bariátricos?
El
LABS-2:
“Pre- to Post-operative Changes in Physical
Activity: Report
from the Longitudinal Assessment
of Bariatric Surgery-2”
publicado en el 2012 (28) fue el
primer estudio que evaluó, un gran número de pacientes (n
310), de forma objetiva con un monitor SAM (
StepWatch™ 3
Activity Monitor
), los cambios de la actividad física antes de la
cirugía respecto a después de la cirugía. Se determinó que,
como grupo, los participantes SÍ tuvieron mayor actividad
física después de un año de la cirugía en relación a antes
de la cirugía. Sin embargo, existió una gran variabilidad en
los niveles de actividad física. Por ejemplo, en promedio los
pacientes caminaron 1457 más pasos diarios un año poste-
rior a la cirugía, pero presentaron una variabilidad que osciló
entre caminar 7648 menos pasos al día, hasta caminar 17205
más pasos al día. Además, se constató que los pacientes repor-
taron mayor actividad física que la que realmente realizaron.
Por ejemplo, posterior a la cirugía, un 46% de los participantes
reportó realizar más de 150 min de ejercicio semanal. Sin
embargo, cuando se determinó objetivamente la actividad física
con el SAM sólo un 33% acumuló al menos 150 min de ejer-
cicio de alta intensidad semanal y tan sólo el 11% acumuló 150
min de ejercicio de alta intensidad semanal en episodios de por
[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 901-913]