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éxito de la cirugía y que en algunos casos representa una

contraindicación para la cirugía”. Esta guía establece como

contraindicaciones absolutas para la cirugía: psicosis severa

no estabilizada, trastorno bipolar severo no estabilizado,

esquizofrenia severa no estabilizada, trastorno por consumo

de alcohol o sustancias (activo o reciente) y bulimia nerviosa.

Considera predictores de mal pronóstico de la evolución

ponderal (y eventualmente contraindicaciones para la cirugía

según su gravedad): trastornos de ánimo, trastornos de

ansiedad, trastorno por atracones y trastorno por comedor

nocturno.

La guía de cirugía bariátrica elaborada por ASMBS (

American

Society for Metabolic and Bariatric Surgery

) “

Guidelines/State-

ments Recommendations for the presurgical psychosocial evalua-

tion of bariatric surgery patients

” actualizada el 2016 (41) realiza

una serie de recomendaciones sobre los distintos objetivos

que se debiesen cumplir en la evaluación prequirúrgica por el

equipo de salud mental. Remarca la importancia de identificar la

presencia de patología severa que contraindique la cirugía, pero

también la relevancia de evaluar ampliamente la psicopato-

logía que presenta el paciente. Luego describe la evidencia que

relaciona la presencia de esta psicopatología con la evolución

ponderal. A pesar de lo discutible de la relación entre la patología

prequirúrgica y la evolución ponderal, esta guía pone énfasis en

otros aspectos de la evaluación. Subraya que la evaluación es

una oportunidad de obtener información relevante respecto

del paciente, de establecer una relación de confianza entre el

equipo de salud mental y el paciente, de hacer psidoeducación,

advertir sobre la posibilidad de aparición de psicopatología

posterior a la cirugía que puede complicar su evolución y trans-

mitirle al paciente la confianza para buscar ayuda en el equipo

en caso que se presenten problemas posteriores a la cirugía. Por

último, enfatiza la necesidad de comunicar al resto del equipo,

claramente las observaciones y recomendaciones respecto a la

conveniencia o no de la cirugía.

A la luz de los resultados obtenidos en los estudios LABS y las

guías clínicas vigentes, la evaluación de salud mental debiera

orientarse a descartar las contraindicaciones absolutas para la

cirugía, pero especialmente a educar y crear un vínculo con

el paciente que le permita solicitar ayuda ante los problemas

que surjan posteriores a la cirugía.

Con respecto a la evidencia que relaciona la presencia de

psicopatología prequirúrgica con la evolución ponderal poste-

rior a la cirugía, la información recopilada del LABS concluyó

que: La prevalencia de vida de un trastorno psiquiátrico del

eje I fue de aproximadamente dos tercios (68.6%). La preva-

lencia al momento de la cirugía para un trastorno psiquiátrico

del eje I fue de aproximadamente un tercio (33.7%) (Estudio

LABS-3 realizado en 199 pacientes). Los pacientes bariá-

tricos con sintomatología depresiva previo a la cirugía tienen

mayor probabilidad de presentar un “evento adverso mayor”

durante el primer mes posterior a la cirugía (Estudio LABS-2

en 2148 pacientes). La prevalencia de patología psiquiátrica

(al momento de la cirugía y de vida), no son predictores de

la evolución ponderal. Las variables prequirúrgicas no son

predictores del éxito o fracaso de la cirugía bariátrica (Estudio

LABS-2 en 2022 pacientes). Quizás sólo la combinación de

muchas de estas variables, en un individuo particular, pueda

dar cuenta de los cambios de la evolución ponderal. Por

ejemplo, no se relacionó la pérdida de peso previo a la cirugía

a una mejor evolución ponderal postquirúrgica. Este resultado

es de la máxima relevancia, ya que bajar de peso previo a la

cirugía se ha transformado, en muchas instituciones, en una

condición necesaria para optar a la cirugía. Si la razón de esta

indicación se debe a que se considera un indicador de buen

pronóstico, este requisito debiera ser reconsiderado a la luz

de los resultados obtenidos en los estudios LABS.

Ser fumador el año previo o al momento de la cirugía se asoció a

mayor pérdida de peso en los pacientes RYGB, pero el efecto fue

modesto (2.6%mayor pérdida de peso). El trastorno por consumo

de alcohol se asoció a mayor pérdida de peso en los pacientes

LAGB, pero el efecto fue modesto. A pesar de ello, se recomienda

desincentivar estas conductas, no debido a que sean indica-

dores de mal pronóstico, sino debido a que los efectos negativos

sobre la salud exceden con creces los efectos marginalmente

positivos en la baja de peso. Las variables postoperatorias, como

los cambios en las conductas relacionadas a la alimentación

posterior a la cirugía, sí son predictoras de las grandes varia-

ciones en la pérdida de peso. Por ejemplo, se determinó que el

efecto aditivo de: auto pesarse semanalmente, parar de comer

cuando se siente saciado y parar de comer continuamente

durante el día, predijo una baja de 38% respecto al peso inicial, a

diferencia de los pacientes que no realizaron estos cambios que

bajaron tan sólo un 24%. Por lo tanto, sí se debiera evaluar siste-

máticamente posterior a la cirugía, tanto la aparición de pato-

logía alimentaria como la intensidad de hambre, e implementar

intervenciones psicológicas y farmacológicas que ayuden en su

regulación. Con respecto al impacto de la actividad física en la

evolución ponderal, los participantes sí tuvieron mayor actividad

física después de un año de la cirugía en relación al período

previo a la intervención. Sin embargo, existió una gran varia-

bilidad en los niveles de actividad física. Además, se constató

que los pacientes reportaron mayor actividad física que la que

realmente realizaron. A pesar de que hubo un aumento objetivo

de la actividad física al año postcirugía, fue claro que la mayoría

de los pacientes tuvieron una actividad física insuficiente. Esto

es especialmente relevante si consideramos que la “Asociación

para el estudio de la obesidad” recomendó que los pacientes

obesos no operados que han bajado de peso, deben realizar 60

a 90 minutos al día de actividad física de moderada intensidad

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(6) 901-913]