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de la sigla en inglés FLK (por “funny-looking kid”) está proscrito y

no debe usarse por la connotación peyorativa que tiene para las

familias. El propósito de este artículo es familiarizar al médico

general con la evaluación del paciente dismórfico. Revisaremos

las alteraciones cualitativas, como malformaciones, deforma-

ciones, disrupciones y displasias; enfatizaremos la importancia de

detectar alteraciones cuantitativas determinando si éstas consti-

tuyen variaciones normales, raciales o familiares, o si son indica-

dores de una afección genética. En caso de anomalías múltiples,

determinar si las alteraciones constituyen parte de un síndrome,

una secuencia o de un defecto de campo monotópico o politó-

pico. El concepto de asociación, inicialmente descrito como un

concepto estadístico, está cambiando por entidades biológicas

o sindromáticas al identificarse las alteraciones moleculares

subyacentes. El objetivo principal de la evaluación es determinar

la etiología de estas alteraciones. Sólo así se podrá dar asesora-

miento genético responsable.

En la práctica clínica, el médico se puede ver enfrentado a tres

tipos de afecciones genéticas:

1)

Estructurales

, que corresponden al campo de la dismorfo-

logía.

2)

Funcionales,

como son algunos errores congénitos del

metabolismo, o la presencia de sordera, ceguera, u otra altera-

ción funcional.

3) Un grupo mixto,

de reconocimiento relativamente reciente,

en que el mejor ejemplo es el síndrome de Smith-Lemli-Opitz.

Este es un cuadro de malformaciones congénitas múltiples

debido a un defecto en el metabolismo del colesterol. En esta

actualización revisaremos el enfoque del médico enfrentado

al paciente dismórfico que es ciertamente la situación más

frecuente en la práctica clínica.

Está bien establecido que en cualquier pais, cuando la morta-

lidad infantil baja de veinte por mil, las anomalías congénitas

constituyen la primera causa de mortalidad. Si bien general-

mente se acepta una frecuencia de malformaciones congé-

nitas de 3% (NCBDDD, 2014), si uno examina cuidadosamente

a todos los recién nacidos, su frecuencia alcanza aproximada-

mente un 8%. Si se incluyen malformaciones detectadas post-

natal o se incluyen anomalías menores, el porcentaje aumenta

a más del 15%. Si bien los pacientes dismórficos frecuente-

mente presentan malformaciones severas que afectan múlti-

ples órganos o sistemas y tienen un impacto importante en

la morbilidad y mortalidad infantil, así como en la familia y

sociedad, su evaluación diagnóstica es de máxima importancia

para proporcionar consejo o asesoramiento genético y prevenir

su recurrencia en la familia. Un diagnóstico correcto es la piedra

angular. Cuando se habla de diagnóstico en genética clínica

nos referimos al diagnóstico etiológico. No basta el diagnós-

tico fenotípico (como sería el diagnóstico de enanismo, parálisis

cerebral, discapacidad intelectual o múltiples malformaciones

congénitas) ni patogénico, como son las secuencias. De aquí

que el autor, en 1994, sugirió el uso de un sistema internacional

de diagnóstico usando a lo menos tres ejes:

I) El diagnóstico fenotípico

II) El diagnóstico patogenético

III) El diagnóstico etiológico.

Si éste no está claro se puede

incluir un cuarto eje con los

diagnósticos diferenciales.

Para establecer el diagnóstico habitualmente hay que realizar

una evaluación completa que incluye historia familiar deta-

llada, historia prenatal, natal, perinatal y postnatal, y un

examen físico detallado que debe ser objetivo, discriminativo y

completo. Para esto recomendamos ir en orden secuencial. En

el examen físico debemos determinar el tipo de anomalía, vale

decir, si ésta o éstas son cualitativas, como lo son las malfor-

maciones o disrupciones, deformaciones o displasias, o cuan-

titativas.

Malformaciones son aquellos defectos morfológicos de un

órgano, parte de un órgano o de una zona mayor del cuerpo,

resultante de un proceso de desarrollo intrínsecamente

anormal. Las malformaciones pueden ser mayores o menores.

Mayores son aquellas con importantes consecuencias médicas,

quirúrgicas o cosméticas. Menores son aquellas sin dichas

características aunque a veces tienen cierto impacto cosmé-

tico. En todo caso, las malformaciones menores tienen el

mismo significado señalando una morfogénesis anormal. Las

malformaciones menores son más frecuentes, pueden implicar

defectos estructurales severos y frecuentemente constituyen

una clave diagnóstica importante (Tabla 1).

tabla 1. Equivalencia entre

malformaciones mayores y menores

Mayores

Menores

Paladar fisurado

Paladar fisurado

submucoso

Úvula bífida

Anoftalmia/Microftalmia

Coloboma del iris

Onfalocele

Hernia umbilical

Microsomía hemifacial

Papiloma preauricular

Agenesia del radio

Falange distal del pulgar

anormal

Holoprosencefalia alobar

Incisivo central superior

único

[Evaluación diagnóstica del paciente dismórfico - Dr. Yves Lacassie]