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anaerobios y gram-negativos, todo esto mientras de hacen

los preparativos para la resolución quirúrgica.

d. Apendicitis

La presentación clínica es atípica por lo que el diagnós-

tico suele ser tardío, aumentando la tasa de perforación.

Hasta un quinto de los pacientes consultan después de

tres días de síntomas y entre 5% a 10% hasta una semana

después de iniciado el cuadro. Menos de un tercio de los

pacientes tienen fiebre, anorexia, dolor en cuadrante infe-

rior derecho y leucocitosis. Menos de la mitad presentan

signos de irritación peritoneal.

Frente la sospecha de apendicitis se debe solicitar una

tomografía de abdomen y pelvis para confirmar el diag-

nóstico, con una sensibilidad 91-99% (32).

El manejo debe ser la resolución quirúrgica a la brevedad.

e. Diverticulitis

La formación de divertículos se asocia a constipación

crónica, baja ingesta de líquidos, inactividad física y trán-

sito intestinal lento.

En estudios de necropsias se ha visto que la prevalencia de

divertículos aumenta de 13% en menores 55 años a 50%

en los mayores de 75 años.

La enfermedad diverticular puede manifestarse como

hemorragia digestiva baja o diverticulitis la cual puede

complicarse con abscesos, obstrucción intestinal, perfo-

ración libre y fístulas (33).

Hasta 15% de los pacientes con enfermedad diverticular

presenta en algún momento un episodio de hemorragia

digestiva. Aunque la mayoría se resuelve en forma espon-

tánea, 25% de los pacientes re-sangran y un pequeño

porcentaje pueden evolucionar con shock hemorrágico.

(35). La diverticulitis aguda clásicamente se presenta con

dolor cólico en cuadrante inferior izquierdo, deposiciones

con sangre, distensión, nauseas y fiebre. Hasta un 30% de

las diverticulitis aguda en pacientes geriátricos no desa-

rrollan dolor abdominal, fiebre, ni leucocitosis (34). La

inflamación de un divertículo puede irritar la vejiga o el

uréter dando hematuria o piuria, confundiendo el diag-

nostico con uro litiasis o infección urinaria.

El diagnóstico se hace mediante tomografía axial compu-

tada de abdomen y pelvis.

2. OBSTRUCTIVAS

Entre el 10% a 12% de las consulta por dolor abdominal

son debidas a una obstrucción intestinal. Son tres veces

más frecuentes que en adultos jóvenes. Después de la

patología biliar es la segunda causa de abdomen agudo

quirúrgico (36).

La presentación depende de lugar y tipo de obstrucción.

Las complicaciones incluyen deshidratación, isquemia,

sepsis y perforación.

a. Obstrucción de intestino delgado

Es el lugar más frecuente de obstrucción. Las principales

causas son adherencias (50-74%), hernias (15%) y neopla-

sias (15%) (36-38).

El cuadro clínico clásico es de dolor abdominal cólico,

nauseas, vómitos, distensión abdominal y constipación.

Pueden tener diarrea secundariamente al hiperperistal-

tismo distal a la obstrucción lo cual dificulta el diagnóstico

inicial. Tiene una mortalidad entre 14 a 35%.

La radiografía de abdomen simple de pie tiene una sensi-

bilidad de 66% y una especificidad 57%, muestra asas

de intestino dilatadas proximales a la obstrucción y asas

colapsadas distales a esta, ausencia de gas en el recto y

niveles hidroaereos. Con este método diagnóstico no se

logra conocer el grado, localización ni logra determinar la

causa de la obstrucción, por lo que el estudio de elección

es la tomografía axial computada de abdomen y pelvis.

El manejo agudo de estos pacientes incluye descompre-

sión nasogástrica, reanimación con volumen, antibióticos

y reposo intestinal. Si hay signos de complicación como

estrangulación o isquemia, es perentoria la resolución

quirúrgica inmediata.

b. Obstrucción de intestino grueso

Menos frecuente que las obstrucciones de intestino

delgado. Las causas más habituales son neoplásicas (60%),

vólvulo (10 a 15%) o diverticulitis (39-40).

La presentación clásica es dolor abdominal, distensión y cons-

tipación, los vómitos son tardíos en la evolución del cuadro, si

es que se presentan. El estudio de imágenes de elección es la

tomografía axial computada de abdomen y pelvis.

Dentro de los vólvulos, el de sigmoides es el más frecuente

80%. Puede descomprimirse con un sigmoidoscopio o un

enema baritado. Tiene una alta tasa de recurrencia por lo

que requiere un tratamiento quirúrgico definitivo.

El vólvulo cecal es menos frecuente que el sigmoideo y

se presenta en pacientes menores, el cuadro clínico es de

inicio más brusco, similar a la obstrucción de intestino

delgado asociado a náuseas y vómitos. Estos pacientes

tienen alto riesgo de perforación por lo que requieren

cirugía precoz.

[REV. MED. CLIN. CONDES - 2017; 28(2) 282-290]